Hola a todos
Tomando al vuelo la
idea lanzada, con su habitual tino, al aire por el compañero
acg abro este hilo en Ciber-Café como un pequeño homenaje a todos aquellos españoles que en las primeras décadas del S.XX dejaron atrás su vida y su país para lanzarse a una aventura extraordinaria. En algunos casos lo hicieron espoleados por la necesidad y la falta de horizontes en nuestra tierra, en otros fue el simple azar quien se encargo de encaminar sus destinos y en otros… ¡en otros!… ¡vaya usted a saber que extraña locura se apodero de las mentes de aquellas personas! Sin embargo algunos de estos hombres compartieron sueños con los más grandes de la época, se corrieron juergas con las mujeres mas bellas del mundo y todos ellos contribuyeron a hacer de Hollywood ese lugar mágico que mas de un siglo después continua presente en nuestra memoria cinéfila.
El escenario esta preparado, están todos invitados a pisar nuevamente sus tablas; actores, actrices, técnicos, escritores, buscavidas…. todos están invitados, españoles, mexicanos, argentinos… todos, sin excepción, tanto si alcanzaron el lejano sueño de Hollywood como si se quedaron finalmente en sus países para hacer grandes sus respectivas cinematografías - como es el caso de
Pedro Fernández Cuenca, abuelo del compañero
quebdiyo - Queremos recordar a todos nuestros pioneros en aquellos primeros tiempos del cinematógrafo, traigan sus historias, sus recuerdos, sus fotografías, sus películas sus comentarios…pero ahora, esperen… bajen ese foco, por favor,… ya se acercan los primeros pasos…
Antonio Moreno en su mansión Cresmount. Los Ángeles 1926 Actor nacido en Madrid el 26 de septiembre de 1887. Su carrera artística fue de las más largas de Hollywood, desde su debut en 1912 en “The voice of the Million” hasta su última aparición de importancia en “The Searchers” (John Ford, 1956). En sus cerca de 45 años de actividad cinematográfica protagonizo la época dorada del cine mudo junto a las grandes estrellas de la pantalla americana.
Su infancia en Sevilla y Gibraltar sucede entre grandes penurias. A los 9 años vendía pan en Sevilla cuando entabló una conversación con dos turistas americanos: Benjamín Curtir, sobrino del rector de la Universidad de Colombia y más tarde alcalde de la ciudad de Nueva York, y el abogado Enrique de Cruzat Zanetti. Ambos tendrían mucho que ver en la trayectoria del joven actor Antonio Moreno.
En 1902 inicia su aventura americana pasando por varios oficios, desde electricista en la compañía de teléfonos de Nueva Inglaterra, hasta vendedor en una industria de Northampton. Sigue cultivando su afición teatral y cinematográfica. D. W. Griffith le ofrece un contrato por 40 dólares semanales en la Vitagraph... A partir de entonces se produce la irresistible ascensión del artista. Realiza una de las carreras más largas del cine americano. Protagonizó películas con la elite del starsystem, figuras memorables de la historia de Hollywood como Mary Pickford, Lillian Gish, Constance Talmadge, Gloria Swanson, Alice Terry, Bebe Daniels, Pola Negri, Clara Bow, o Greta Garbo, por citar algunas.
En los años veinte las novelas de Blasco Ibáñez triunfan en Estados Unidos. Antonio Moreno protagoniza “Mare Nostrum”, “La tierra de todos” y “El torrente”, basados en obras del escritor valenciano. En esos años, Mary Pickford y Douglas Fairbanks gobernaban la vida social de Los Ángeles desde Pickfair, pero las invitaciones de Antonio Moreno y su primera esposa, la aristócrata californiana Daisy Camfield, en Cresmount, una de las mansiones más espectaculares de la década, fueron punto de encuentro de la vida social y cinematográfica en la ciudad del cine.
Regresa a España en 1927 y rueda “En la tierra del sol”. A su regreso, el nuevo cine sonoro y su edad plantean dificultades al artista, que se recicla y aparece en papeles de galán maduro hablando con acento andaluz en las versiones hispanas.
En 1931 dirige en México
“Santa”, primera película sonora del cine mexicano. Un año después perece su esposa, Daisy Camfield, multimillonaria californiana, hija de Charles A. Camfield, magnate del petróleo. Regresa el actor de nuevo a España en 1936 para rodar “María de la O” con Carmen Amaya, pero su proyecto se verá frustrado al iniciarse la Guerra Civil. En 1959 se dirige a La Habana para dirigir una nueva película, pero esta vez será la revolución castrista la que frustre una vez más sus sueños cinematográficos.
Durante la Navidad de 1966 decayó la delicada salud del actor; el 15 de febrero sufrió un ataque cardiaco en su casa de Beverly Hills que termino con su vida.
Alice Ferry y Antonio Moreno en “Mare Nostrum”, dirigida por Rex Ingram para la MGM en 1923.Una de las versiones mas polémicas del cine hispano parlante; Antonio Romero, Carlos Ramos y Rosita Ballesteros en “El hombre malo”, clásico western sobre el famoso bandido mexicano Pancho López (1930)Antonio Moreno y Marion Davies en el rodaje de “Beverly of Graustark” de Sydney Franklin (1926). Antonio Moreno y Greta Garbo en diferentes escenas de “The Temptress”, Fred Niblo (1926) Alfonso Castaño Prado
Extracto de la entrevista en “Biblioteca Films”
Barcelona, 30 de mayo de 1927-¿Se llama usted verdaderamente Antonio Moreno?
-Sí y no.
-;Hombre...!
-Diré a ustedes. Me llamo Antonio Garrido y Moreno Monteagudo.
-¿...?
-Muy sencillamente. Los apellidos Garrido Monteagudo resultan de difícil pronunciación para los anglo-americanos; pero al iniciar mi carrera en el biógrafo (los americanos llaman biógrafo al cinematógrafo), aconsejado por algunos amigos, empecé a usar el apellido materno en vez del paterno por el motivo dicho. He preferido esto a ponerme un pseudónimo como hacen muchos artistas del cine.
-¿...?
-Naturalizarme americano... ¡jamás! No sólo he conservado mi nacionalidad española en el aspecto legal, sino que he procurado siempre perpetuar en mi corazón el culto a los sentimientos de amor a mi amada patria y entusiasmo por mi pueblo, por el Madrid de mis amores... Vivo en Norteamérica pero con el pensamiento fijo en mi madre adorada y en mi Patria querida. Créanme... por allá hay cosas más grandes, otro concepto de la vida y del trabajo; pero... ¡De Madrid al cielo!
-Vayamos a lo primero.
-¿Mi nacimiento?... Ya sabe usted, nací a la sombra del madroño, en la calle de Alcalá. Ya hace treinta y pico de años... Pero no proclamen mi edad. Quizá al saberme tan viejo... pierda en popularidad. ¡Cómo pasa el tiempo! Aún recuerdo mis primeros estudios en el colegio de los frailes del babero, como los llamábamos los chicos, colegio que ocupaba toda la casa del número 78 de la misma calle de Alcalá. ¡Mi niñez!... ¡Un parpadeo de mi vida!
-¿A qué edad se embarcó usted para Norteamérica?
-Muy joven. Me fui con el deseo de aprender el inglés y tener un medio más de ganarme la vida. Yo sabía que allí, en el país del dólar, hallaría más medios de vida que en mi tierra. No quiero explicarles mi calvario, ¿para qué?... Primero me agarré a lo que hallé; entré en una compañía de electricidad. Figúrense diez dólares semanales. ¡Ni para comer! Y, sin embargo, comía, me vestía y... ahorraba. Más tarde fui admitido en una Compañía telefónica con aumento de sueldo, 15 dólares semanales... Ya ven si ahorraría que a los ocho años de estar en Nueva York tuve más que suficiente para hacer el viaje de regreso a España. Añoraba a mi buena madre cuyo recuerdo no podía borrar de mi corazón. Cinco meses después me volví a embarcar para Nueva York. Fue durante el viaje que la Providencia me deparó un encuentro que iba a ser la base de mi porvenir. Durante la travesía trabé conocimiento con dos actrices que iban a trabajar a los Estados Unidos. Una de ellas me hizo creer que yo tenía aptitudes para el teatro. Al llegar a Nueva York ella misma me presentó a un gran empresario neoyorquino. La recomendación resultó fulminante y fui admitido, iniciando mi carrera de actor como galán joven y con un éxito que a mí mismo me dejó sorprendido sin yo saberlo tenía en mi yo un artista estupendo. Cuajé, ¿cómo no? Se me aplaudió, me acrecí y se manifestó en mí una nueva personalidad.
-¿Cuándo empezó a trabajar en la pantalla?
-Fue, si mal no recuerdo, en 1912. Una pura casualidad. Nos hallábamos una noche, después de una función, cenando con unos amigos, casi todos artistas, cuando se nos acercó un caballero que sin grandes cumplidos se sentó a nuestra mesa y pidió que le sirvieran unos fiambres. Discretamente fue metiéndose en nuestra conversación y vinimos a hablar de arte. Se sacó a colación si era más o menos difícil el arte mudo o el teatral y él avanzó esta premisa: «He visto trabajar a este señor -me señaló- y creo que en la pantalla sería un gran actor». Parecí no hacer caso de aquellas palabras; pero me acució el deseo de probar mis aptitudes fotogénicas. En 1912 comencé a intervenir en películas y un año des¬pués, en vista de que los directores me daban grandes esperanzas y animado por mis amigos y hasta por mis compañeros, abandoné a Talía para darme de lleno al Séptimo arte. El cine me había conquistado definitivamente.
-¿Dónde inició su carrera cinematográfica?
-En la universidad, primero tomé parte en dos películas sin pena ni gloria; a los seis meses me contrataron en la Biograph; allí trabajé ocho meses, con algo más de éxito; al cabo de ese tiempo pasé a la Vitagraph, donde ya empecé a hacerme un nombre y, finalmente ingresé en las huestes de la Metro-Goldwyn, donde ahora trabajo y en donde, según dicen, he tenido mis grandes éxitos.
-¿Le costó mucho trabajo entrar en los grandes estudios?
-Estuve de suerte. Es muy difícil poder formar parte como primera figura. Esto es cuestión de mucho tiempo y de suerte; sin contar con los factores aptitud y facilidad... Cuando yo inicié mi entrada en el «arte mudo», los actores teatrales tenían muchas probabilidades de conseguir el ingreso en los grandes «studios». Pero lo difícil era llegar a ser primera figura. No quiero hablar a ustedes de las terribles dificultades que se hallan en los principios de las carreras; penalidades sin cuento; privaciones... Ni recordarme quiero; porque si uno supiera antes de empezar el calvario que debe sufrir para llegar no se metería en berenjenales. ¡Es terrible, créanlo ustedes!...
-¿De qué obra guarda usted su mejor recuerdo?
-Del “Mare Nostrum” del gran escritor valenciano Blasco Ibáñez. Y esto por su asunto lleno de situaciones emocionantes; por el ambiente genuinamente español de la obra; por el tipo simpático del capitán Ferragut que encarno en la película; por la ayuda de Alice Terry, con quien compartimos el peso de la obra y que hace una Freya verdaderamente estupenda, y también por el acierto magistral con que ha sido dirigida por el esposo de mi compañera, el gran Rex Ingram. Esta película, grandiosa por cierto, honra a la vez, a la Metro Goldwyn Corporation, al gran autor hispano y a los artistas que en ella trabajamos. En cuanto a mí, puedo decir que “Mare Nostrum” ha constituido mi consagración definitiva.
-¿Qué elementos se necesitan para que una cinta tenga posibilidades de éxito?
-Primero que tenga asunto. Sin asunto no hay película. Después, que los actores estén bien elegidos; y, finalmente –aunque ésta sea la condición sine qua non de una buena producción-, un buen director. Donde no hay buenos directores no hay formación de artistas, ni producciones que valgan algo, ni nada. Aquí tienen ustedes España. Bueno, yo no puedo hablar de mi patria en esta modalidad, porque desconozco la cinematografía española. Pero de oídas sé que la producción de mi amada patria anda en pañales... ¿Faltan asuntos? ¿Carece España de exteriores encantadores?... ¿Verdad que no? España es el país que más elementos tiene para la producción cinematográfica y la mejor prueba de ello es que sus asuntos son filmados con éxito sorprendente por los extranjeros... ¡Qué han de faltar artistas en nuestra patria! Directores, directores es lo que faltan; mejor dicho millones, genio comercial...; fe de los capitalistas españoles en un negocio con el cual¬ los americanos están dragando el oro del Universo… ¡Millones!... ¡Millones!... y Millones!... Eso es lo que falta.¿Por qué no se crean aquí grandes empresas para explotar este filón?... Tendrán que venir también los extranjeros a explotar la industria cinematográfica?... En Norteamérica están acaparando a los mejores directores cinematográficos sin escatimar millones de dólares…
-Y ahora que hablamos de asuntos españoles, ¿Cómo es que los americanos falsean tanto las costumbres y la historia de España?
-Ante todo la ignorancia y el desconocimiento; pero mas que nada el deseo de servir lo que interesa, lo que los yanquis creen que es España; a no querer contradecir al publico que tiene un concepto equivocado de España. ¿Comprenden?... Los yanquis son más comerciantes que historiadores.
-¿Pero ustedes?
-Es inútil que nos rebelemos contra el común sentir del pueblo yanqui que quiere ver las cosas, no como son en realidad, sino como ellos las suponen. Últimamente hemos terminado de filmar otra novela de Blasco Ibáñez, “La tierra de todos”, cuya acción transcurre en la Argentina. ¿Creerán que en uno de los momentos culminantes de la película hay una lucha a latigazos... con látigos de Australia... Dirán ustedes y dirán los argentinos que jamás se usó ese látigo allí; pero el público se emociona con ello y ese efecto compensa la ausencia de verismo. Les repetimos que los norteamericanos son muy comerciantes.
-Una pregunta que quizá crea usted algo imprudente. ¿Ha ganado usted mucho durante su carrera de artista cinematográfico?
Moreno sonrió, miró a su esposa, mordió febrilmente el Gener que fumaba y por fin contestó:
-Unos siete millones de pesetas... Pero amigos, si ustedes supiesen el gasto que llevamos....
Nos despedimos de la gentil pareja, ya que nosotros teníamos intención de dejar el expreso en Zaragoza, y les deseamos feliz viaje.
Cartel anunciador de “Mare Nostrum”, Fred Niblo (1924) * Fotografias y extracto de la entrevista pertenecientes a "Una Aventura Americana, españoles en Hollywood" de Alvaro Armero.
Saludos.