La Decadencia del Cine, por Susan Sontag

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La Decadencia del Cine, por Susan Sontag

Notapor professor keller » Vie Nov 04, 2011 4:41 pm

La decadencia del cine (1995)
Por Susan Sontag

Los cien años del cine parecen asemejarse a un ciclo vital: el inevitable nacimiento, la firme acumulación de glorias, y el comienzo, en la última década, de un declive ignominioso e irreversible. No es que ya no puedan esperarse nuevas películas a las cuales admirar. Pero dichas películas no sólo deben ser excepciones –eso ocurre con los grandes logros en cualquier disciplina artística. Deben ser verdaderas violaciones de las normas y prácticas que hoy en día gobiernan la realización cinematográfica en cualquier lugar del mundo capitalista (y del aspirante a serlo), es decir, en todas partes. Y las películas ordinarias, hechas puramente con fines de entretenimiento (es decir, comerciales) son increíblemente tontas; la gran mayoría fracasa estruendosamente en seducir a la audiencia a la que están cínicamente dirigidas. Como la finalidad de una película es ahora, más que nunca, convertirse en un logro único, el cine comercial ha establecido una política de realización cinematográfica carente de originalidad; un descarado arte combinatorio o recombinatorio, con la esperanza de reproducir éxitos del pasado. El cine, alguna vez anunciado como el arte del siglo XX, parece ser ahora, cuando el siglo cierra numéricamente, un arte decadente.

Tal vez no sea el cine el que se terminó, sino sólo la cinefilia –que es el nombre de ese tipo de amor específico que el cine inspiraba. Cada arte cría sus fanáticos. El amor que inspiraba el cine, sin embargo, era especial. Había nacido de la convicción de que el cine era un arte como ningún otro: quintaesencialmente moderno; particularmente accesible; poético y misterioso y erótico y moral, todo al mismo tiempo. El cine tenía apóstoles. (Era como la religión). El cine era una cruzada. Para los cinéfilos, las películas lo contenían todo. El cine era tanto el libro del arte como el libro de la vida.

Como muchos han notado, el comienzo de la realización cinematográfica hace cien años fue, convenientemente, un doble comienzo. Alrededor del año 1895 se hacían dos tipos de películas, dos modos de lo que el cine podría ser parecían emerger: el cine como transcripción de la vida real no escenificada (los hermanos Lumière), y el cine como invención, artificio, ilusión, fantasía (Méliès). Pero esta oposición no es verdadera. El punto es que, para esas primeras audiencias, la transcripción de la realidad más banal –los hermanos Lumière filmando “La llegada de un tren a la estación de la Ciotat”– era una experiencia fantástica. El cine comenzó como un asombro, el asombro de que la realidad podía ser transcripta con tanta inmediatez. Todo el cine es un intento de perpetuar y reinventar esa sensación de asombro.

Todo el cine comienza con ese momento, hace cien años, cuando el tren llegó a la estación. La gente se apropió de las películas, en el preciso instante en que el público gritó de excitación, en realidad subyugado, mientras el tren parecía moverse hacia ellos. Hasta que el advenimiento de la televisión vació las salas cinematográficas, era con una visita semanal al cine que aprendías (o intentabas aprender) cómo caminar, fumar, besar, pelear, entristecerte. Las películas te daban pistas sobre cómo ser atractivo. Por ejemplo: luce bien vestir un impermeable incluso cuando no llueve. Pero lo que sea que te llevaras a casa era sólo parte de la experiencia mayor de sumergirte en vidas que no eran la tuya; el deseo de perderte en las vidas… rostros, de otras personas. Es esta una forma del deseo mayor y más inclusiva encarnada en la experiencia cinematográfica. Aún mayor que aquello de lo que pudieras apropiarte para vos mismo, era la experiencia de rendirte, de ser transportado por lo que estaba en la pantalla. Querías ser raptado por la película – y ser raptado era ser abrumado por la presencia física de la imagen. La experiencia de “ir al cine” era parte de eso. Ver una gran película en televisión no es haber visto realmente esa película. No es sólo la cuestión de las dimensiones de la imagen: la disparidad entre una imagen más-grande-que-vos en el cine y la pequeña imagen en un caja, en tu casa. Las condiciones en que se presta atención en un espacio doméstico son radicalmente irrespetuosas con el cine. Ahora que una película ya no tiene un tamaño estándar, las pantallas caseras pueden ser tan grandes como las paredes de un living o un dormitorio. Pero seguís estando en un living o un dormitorio. Para ser raptado, tenés que estar en una sala cinematográfica, sentado en la oscuridad entre extraños anónimos.

Ningún período de duelo podrá revivir los desaparecidos rituales –eróticos, ruminativos– de la sala oscurecida. La reducción del cine a imágenes agresivas, y la manipulación sin principios de las imágenes para que atrapen más la atención (montaje más y más veloz), produjo un cine desencarnado y liviano, que no demanda la atención total de nadie. Las imágenes aparecen ahora en cualquier tamaño y en una variedad de superficies: en la pantalla de un cine, en las paredes de una discoteca y en megapantallas colgantes en estadios deportivos. La pura ubicuidad de las imágenes en movimiento ha socavado sin cesar los estándares que la gente tenía tanto para el cine como arte, como para el cine como entretenimiento popular.

En los primeros años no había, esencialmente, ninguna diferencia entre estas dos formas. Y todas las películas del período mudo –desde las obras maestras de Feuillade, D. W. Griffith, Dziga Vertov, Pabst, Murnau y King Vidor, hasta los melodramas y comedias más formulaicos– tienen un nivel artístico muy alto, comparadas con casi todo lo que estaba por venir. Con la llegada del sonido, la creación de la imagen perdió mucho de su brillo y poesía, y los estándares comerciales se estrecharon. Esta manera de hacer películas –el sistema de Hollywood– dominó la realización cinematográfica por alrededor de 25 años (aproximadamente desde 1930 hasta 1955). Los directores más originales, como Erich von Stroheim y Orson Welles, fueron derrotados por el sistema y eventualmente terminaron exiliados artísticamente en Europa –donde estaba llevándose a cabo más o menos el mismo sistema destructor-de-calidad, con presupuestos más bajos; sólo en Francia se produjo, durante este período, un gran número de películas magníficas. Luego, a mediados de los 50’, ideas vanguardistas arraigaron nuevamente, enraizadas en la idea del cine como un oficio, de la cual fueron pioneras las películas italianas del período de posguerra. Se realizó una cantidad deslumbrante de películas originales y apasionadas, de la más alta seriedad.

Fue en este momento específico de los cien años de historia del cine que ir a ver películas, pensar en las películas y hablar de las películas, se convirtió en una pasión entre estudiantes universitarios y otros jóvenes. Te enamorabas no sólo de los actores sino del cine en sí mismo. La cinefilia se hizo visible primero en la Francia de los 50’: su foro fue la legendaria revista de cine Cahiers du Cinema (seguida por revistas similarmente fervientes en Alemania, Italia, Gran Bretaña, Suecia, los Estados Unidos y Canadá). Sus templos, a medida que la cinefilia se expandía por Europa y las Américas, eran las muchas cinematecas y clubs especializados en películas del pasado y retrospectivas de directores que surgieron de pronto. Los 60’ y primeros 70’ fueron la era febril de ir al cine, con el cinéfilo de tiempo completo esperando siempre encontrar un asiento lo más cercano posible a la gran pantalla, idealmente en la tercera fila al centro. “Uno no puede vivir sin Rossellini”, declara un personaje de “Antes de la revolución” (1964), de Bertolucci –y lo dice en serio.

Durante alrededor de quince años aparecían obras maestras todos los meses. Qué lejana parece ahora esa era. Claro que siempre hubo un conflicto entre el cine como industria y el cine como arte, el cine como rutina y el cine como experimento. Pero el conflicto no era tan grande como para hacer imposible la realización de películas maravillosas, a veces dentro y a veces fuera del cine mainstream. Ahora la balanza se ha inclinado decisivamente a favor del cine como industria. El gran cine de los 60’ y los 70’ ha sido meticulosamente repudiado. Ya en los 70’ Hollywood estaba plagiando e interpretando banalmente las innovaciones narrativas y de montaje de nuevas películas europeas exitosas y de las siempre-marginales películas americanas independientes. Después llegó el aumento catastrófico de los costos de producción de los 80’, que aseguró la reimposición mundial de los estándares industriales de realización y distribución de películas de manera mucho más coercitiva, esta vez a una escala realmente global. Costos de producción elevados significaban que una película tenía que hacer mucho dinero de inmediato, en el mes de su estreno, si quería ser rentable –una tendencia que favorecía a las superproducciones respecto de las películas de bajo presupuesto, aunque la mayoría de las superproducciones eran fracasos y siempre había un par de películas “pequeñas” que sorprendían a todo el mundo por su encanto. La duración de las películas en cartelera se hizo más y más corta (como la vida en los estantes de los libros en las librerías); muchas películas fueron diseñadas para estrenarse directamente en video. Los cines continuaron cerrándose –muchas ciudades ya ni siquiera tienen uno– a medida que las películas se convirtieron, principalmente, en uno de los muchos entretenimientos caseros creadores de hábitos.

En este país (EE.UU.) la disminución de expectativas de calidad y la inflación de expectativas por el lucro hicieron virtualmente imposible que directores americanos artísticamente ambiciosos, como Francis Ford Coppola y Paul Schrader, trabajaran a su mejor nivel. En otros países, el resultado puede verse en el melancólico destino de algunos de los mayores directores de las últimas décadas. ¿Qué lugar hay hoy para un inconformista como Hans-Jürgen Syberberg, que directamente dejó de hacer películas, o para el gran Godard, que ahora hace películas sobre la historia del cine, en video? Consideremos otros casos. La internacionalización del financiamiento y por lo tanto de los elencos resultó desastrosa para Andrei Tarkovsky en las últimas dos películas de su estupenda (y trágicamente abreviada) carrera. ¿Y cómo va a encontrar Aleksandr Sokurov el dinero para continuar haciendo sus sublimes películas, bajo las rudas condiciones del capitalismo ruso?

Previsiblemente, el amor por el cine ha empalidecido. A la gente le sigue gustando ir al cine, y a algunas personas todavía les importa y esperan algo especial, necesario, de una película. Y todavía se siguen haciendo películas maravillosas: “Naked” de Mike Leigh, “L’america” de Gianni Amelio, “Fate” de Fred Kelemen. Pero es difícil que vuelvas a encontrar, al menos entre los jóvenes, ese distintivo amor cinéfilo, que no es simplemente amor por las películas, sino un determinado gusto por el cine (basado en un vasto apetito por ver y rever todo lo que se pueda de su glorioso pasado). La cinefilia en sí misma se encuentra bajo ataque, como algo extraño, anticuado, snob. Porque la cinefilia implica que las películas son experiencias únicas, irrepetibles, mágicas. La cinefilia nos dice que la remake hollywoodense de “Al final de la escapada”, de Godard, no puede ser tan buena como la original. La cinefilia no tiene lugar en la era de las películas híperindustriales. Porque la cinefilia no puede, por el amplio rango y eclecticismo de sus pasiones, dejar de patrocinar la idea de que una película es, antes que nada, un objeto poético; y no puede dejar de incitar a aquellos que se encuentran fuera de la industria cinematográfica, como pintores y escritores, para que también hagan películas. Es precisamente esta noción la que fue derrotada.

Si la cinefilia está muerta, entonces las películas también lo están… no importa cuántas películas, incluso muy buenas, se sigan haciendo. Si el cine puede ser resucitado, sólo será a través del nacimiento de un nuevo tipo de amor por él.


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Traducción: Álvaro Bretal
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Re: La Decadencia del Cine, por Susan Sontag

Notapor PREACHER » Sab Nov 05, 2011 6:34 pm

Dieciséis años después podemos decir que la Sontag se equivocaba, ¡afortunadamente!

Se siguen haciendo buenas películas y sigue habiendo cinéfilos, ahora más que nunca gracias a las nuevas tecnologías. Ya no hace falta vivir al lado de una filmoteca para poder ver todas esas películas "exóticas" con las que hace una década uno sólo soñaba.

Otra historia es la industria y el dinero. Y otra lo de arte y entretenimiento. Y si nadie defiende escribir de arriba a abajo en vez de de izquierda a derecha (hablo de nuestro idioma) ¿por qué para rodar una buena película se supone que hay que saltarse todas las convenciones de continuidad, montaje, raccord, etc. (eso que se suele llamar erróneamente cine "clásico" cuando "académico" sería la palabra adecuada)? O sea, que si eres un vanguardista y un innovador eres un artista y si no eres un artesano. Definitivamente no. Como si AVATAR fuese una jodida obra maestra porque nadie hizo antes nada igual y CUENTOS DE TOKIO no tuviera valor artístico porque no hay planos de 10 minutos, ni saltos de eje, ni cámara al hombro.
¡No al secuestro de Cine-Clásico! ¡Indignaos!
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Re: La Decadencia del Cine, por Susan Sontag

Notapor Irazar » Sab Nov 05, 2011 9:33 pm

Qué va a decaer el cine, por Dios. Sólo las personas decaen, las artes, nunca. Decaen los directores que en vez de lanzarse al vacío con cada nueva propuesta se empeñan en contar una y otra vez conforme a los mismos cánones. Decaen los espectadores que, pobrecitos, se empeñan en que les cuenten las cosas como a ellos les gusta que se las cuenten. Decaen los programadores y productores, tan poco amigos de innovaciones, tan camastrones y escasamente curiosos. Todos decaen, menos el cine.
A mí, que decaigo por momentos en la cosa fisicomental, si por algo me jode decaer y seguir decayendo es porque un día llegará mi hora y ese día se me acabará el cine, tan bueno como lo seguirá habiendo.
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Re: La Decadencia del Cine, por Susan Sontag

Notapor professor keller » Dom Nov 06, 2011 5:03 am

Creo que el título del artículo causa más impresión que el texto... :mrgreen: ..o sea, creo que hay que ir un poco más allá. Sontag no es tan determinante en el desarrollo del texto, como lo demuestra esta oración, que para mí es clave para comprender a qué se refiere:

Tal vez no sea el cine el que se terminó, sino sólo la cinefilia


No veo le veo intenciones nostálgicas al texto de Sontag, más bien es el retrato descarnado de un mundo que no existe más, y el de una manera de ver cine que estaba indisolublemente unida, creo, al cine como expresión artística, ya que la producción de filmes y el modo en que esos filmes son vistos por sus espectadores, tanto en términos técnicos como culturales y sociales, son aspectos que se retroalimentan.

No estoy tan seguro de que el romanticismo cinéfilo al que alude Sontag esté solamente en relación con el cine clásico, por lo menos no con el cine americano, que salvo contadísimas excepciones, Sontag despreciaba en su conjunto y en todas sus épocas, especialmente el período clasico anterior a la decadencia de los estudios. Sontag es más bien una pensadora moderna (lo cual no quiere decir que sea actual), y me parece que sus preferencias están más cercanas al cine europeo de mediados de los 50 en adelante, y especialmente a las transformaciones estética y narrativas que se dieron en el ámbito de la modernidad, a través de películas como A Bout de Souffle o Persona, que parecían estar, como nunca antes, ligadas a las transformaciones que el mundo todo experimentaba en ese momento. Creo que, si hay algo de nostálgico en el texto, sólo está en relación a esa pasión digamos así más "militante" que había en los espectadores cinéfilos, que no se limitaban a disfrutar de una película según el paradigma más tradicional del entretenimiento, sino que le demandaban un nexo más íntegro con sus propias transformaciones.

Sin nostalgia personal, y sin haber vivido ese período pero sí una parte de los 70's, creo que sí puedo decir que ese cine ya no existe. Existe otro, porque ese mundo tampoco existe más, y porque, exceptuando algunos locos que siempre pululan por aquí y allí, tampoco existen esos espectadores, ni esas inquietudes.

Y para ahondar en la polémica, traigo este texto breve de Marco Ferreri, extraído de una mesa redonda televisiva. Es más o menos del mismo año que el artículo de Sontag (1996) y está como extra en el DVD Criterion de Dillinger e Morto. La traduje de los subs ingleses, y creo que puede aportar algo más al debate, en relación a lo que yo estaba tratando de decir:

Ferreri: Yo digo que el cine se terminó. Seguramente se seguirán haciendo películas, de aquí a 20 años lo llamarán de otra manera, y seguirá siendo un espectáculo para ver en televisión. Pero el cine no existe más.

Entrevistadora: ¿Pero qué es lo que usted quiere decir con que el cine no existe más? ¿Las salas de cine, la gente encontrándose en el cine?

Ferreri: Yo hablo del cine ¿A qué se refiere usted cuando dice "el cine"? El cine es un todo. El cine no son las películas. El cine es un momento de vida.

La vida se enriquecía con el cine. El amor, por ejemplo. Antes del cine la gente iba a la iglesia. Pero uno no puede hacer el amor en la iglesia, no puede aprender nada arrodillado en un banco, en medio de ese clima de culpabilidad y castigo. El cine por el contrario era la carne, el carnaval, una fiesta continua. Pero todo eso ahora se terminó.
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Re: La Decadencia del Cine, por Susan Sontag

Notapor jotarapidup » Dom Nov 06, 2011 8:26 am

Básicamente el texto de Susan Sontag nos hablan de los devenires que ha ido teniendo el cine durante sus 100 años de vida. De esta forma va perfilando altibajos en la forma de creación de las obras cinematográficas desde el cine mudo a la actualidad, y como influyó el capital tanto en el acceso y encarecimiento de los medios materiales con los cuales se produce la obra, como en los valores éticos, estéticos y procedimientos cinematográficos, intrusión que en las últimas décadas ha sido tremenda. Pero el texto además tiene una vuelta de tuerca, ¿Y si lo que se acabó fué la cinefilia? vuelta de tuerca que no lo es tanto, pues el cine es a su vez una experiencia, hay una retroalimentación entre el expectador y la obra. No dice Sontag que en la actualidad no se hagan buenas películas, y no dice que la cinefilia esté muerta. Lo que aventura es que la forma clásica de la cinefilia con auge en los 70's ha empalidecido, decaído y mientras no aparezca otra forma de cinefilia capaz de volver a interactuar y retroalimentarse con el cine, convertirlo en una experiencia única no va a poder ser lo que ha sido en otros tiempos, pues coincibe al cine como un arte interactivo, una totalidad. A esto último es lo mismo a que se refiere Ferreri en las lineas que aporta Keller, no a la muerte de las películas, a la muerte del cine entendido como experiencia total.
Y pues respondiendo a Sontag y en parte a Ferreri, una nueva forma de amor al cine nació. Y esa cinefilia no está situada en los cineclubs ni en los festivales, esa cinefilia esta amando el cine, rescatandolo y dignificandolo a nivel de internet, precisamente en páginas como esta y cientos de páginas similares que se avocan a la misma labor. Esa cinefilia que está "resucitando" el cine somos nosotros. Hay un acto profundo de amor al cine en quienes ripean, montan, traducen, corrigen, comparten, hacen críticas, debaten, elaboran filmografías, comentan, comparten anécdotas, desempolvan sus vhs, etc. No se sorprendan pero un usuario promedio puede tener un catálogo por el que mataría cualquier cine club, puede ver películas impensadas por los cinéfilos de antaño, y lo más importante se realiza un esfuerzo directo por rescatar peliculas, un trabajo activo en la obtención de las copias que los antiguos cinéfilos no realizaban pues en gran parte eran solo expectadores. No debe sorprender que en sitios como este se encuentren facilmente joyas incunables, o se lean críticas y comentarios que pueden hacer palidecer a las críticas de revistas especializadas, así como el que realizadores de todo tipo visiten páginas como estas para enterarse y aprender de cine y que luego se vayan viendo cosas plasmadas en sus obras. Los cinéfilos actuales, aquellos capaces de ver con el mismo respeto una obra cinematográfica en pantalla chica o grande, aquellos que demandan calidad y poesía, verdad y crítica en las obras somos nosotros.

Un saludo.

PS: El fenómeno cinéfilo de internet no lo avisoró Sontag por la fecha del ensayo, ni Ferreri por la fecha de su muerte, por ese solo hecho creo no hicieron referencia concreta a este.
PS2: Por lo general este tipo de ensayos solo hacen referencia a estados unidos y europa occidental, así que hay que tener en cuenta esa deformación. Sobre todo si se dejan fuera a países tan ligados al cine como Mexico, Grecia, Checoslovaquia, India, y tantos otros.. ;)
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Re: La Decadencia del Cine, por Susan Sontag

Notapor flazaro » Mar Abr 24, 2012 11:01 pm

Hace ya unos siete u ocho años me comprometí a colaborar en un curso de doctorado que se titulaba "Cine y Ciudad". Me pidieron una introduccion al curso que hablara sobre como veía yo el cine en la actualidad y redacté estas notas, que difieren esencialmente de la vision de Sontag en cuanto para mi el cine siempre ha sido ante todo un negocio que deviene en arte. Como decian en Hollywood:"There's No Business Like Show Business".

"En los comienzos del siglo XXI resulta preocupante que en los estudios sobre arte de algunas universidades españolas se siga relegando a una tercera fila –cuando no sencillamente desdeñando- las llamadas artes audiovisuales, cuyos inicios se remontan al primer cuarto de del siglo XIX, coincidiendo con la eclosión del movimiento romántico y la llegada a los escenarios teatrales de la Gran Ópera.
Es bien conocida la interrelación y las mutuas influencias existentes entre las artes plásticas y la ópera decimonónica, la cual propuso desde sus inicios una fusión de la pintura, la escultura y la arquitectura con la música, la poesía y la danza. En realidad se trataba de ofrecer una réplica burguesa de las “grandes fiestas” barrocas en una etapa histórica marcada por el Romanticismo, un movimiento artístico que, siguiendo la teoría de Panovsky sobre las oscilaciones pendulares de la Historia del Arte, se proponía ser el neobarroco del neoclasicismo.
Esta “Obra Total” que es la Gran Ópera duró casi una centuria; fruto de unas circunstancias sociales y políticas que propiciaron su aparición, otras de signo distinto la condujeron a su paulatino agotamiento hasta su extinción en el período de entreguerras europeas, ya contaminada por los movimientos de vanguardia (impresionismo, realismo, expresionismo, etc.). Pero, al mismo tiempo un nuevo arte audiovisual –el cinematógrafo- estaba ya tomando su relevo en el siglo XX. Sin embargo, hay que hacer desde ahora una importante distinción: mientras que la Gran Ópera estaba dirigida a una clase ilustrada –la burguesía- que había tomado el poder a lo largo del siglo XIX, el cine en cambio tiene desde sus inicios una vocación de popularidad que le va a hacer conectar con inusitada rapidez con las clases menos pudientes, no siendo hasta bien entrado el siglo XX cuando es aceptado también por la burguesía.
El cinematógrafo nace en la mitad de la década de 1890 como un novedoso espectáculo circense y menos de un siglo después presentaba ya síntomas de agotamiento, pareciendo haber vuelto a sus orígenes de trucos y efectos especiales, de temática pueril y vacía de contenido, apoyándose en otros medios audiovisuales aún sin definir como expresión artística pero que presagian su futuro relevo en el siglo XXI. En medio queda la Historia del Cine, el “Gran Arte” por antonomasia del siglo XX que como en su momento la ópera fusiona artes plásticas y artes temporales aunque hasta el final de la década de 1920 no llegase a incorporar en su repertorio el sonido. Es a partir de 1930 cuando ya se le puede denominar con propiedad arte audiovisual. Un tipo de arte que por propia definición es caro.
Aunque no se ha mencionado el aspecto crematístico de la Gran Ópera, también se le puede aplicar a la misma, la diferencia estriba en que esta última es un costoso producto artesanal, como hija de la época en que se desarrolla (recordemos los intentos de recuperación del arte gremial que se producen durante todo el siglo XIX, desde Ruskin, Morris y los prerrafaelitas en Inglaterra hasta Overback y los nazarenos en Alemania, ó los postulados de los modernistas franceses, belgas e incluso españoles, como Gaudí). El cine es pues un arte plenamente industrial cuya producción necesita apoyarse en la división del trabajo y en una cadena de distribución y venta para poder subsistir; por ello necesita una fuerte inversión de capital y esto conlleva magnates (tycoons por emplear la terminología de Scott Fitzgerald) monopolios y oligopolios financieros. En esto el cine es también un arte hijo de su tiempo. De cómo nace, se desarrolla y degenera esta industria vamos a hablar a continuación.


Leido nuevamente, con un fondo histórico actual inmerso en la llamada "revolucion informática" (la tercera "revolucion" tras la del neolitico y la industrial, para los seguidores de Gordon Childe)y a la luz de los acontecimientos recientes (el mas llamativo para nosotros, la destruccion del estado de bienestar que está implicando la ruptura del contrato de paz social entre capital y trabajo)parece que este texto adquiere un significado mas evidente.
:hola:
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Re: La Decadencia del Cine, por Susan Sontag

Notapor LuisB » Mié Abr 25, 2012 12:58 am

Tanto tiempo esperando ver a mi gran amigo hispalense - al que pronto envieré e-mail - y, aunque no contemple su avatar habitual, su maravillosa escritura delata que solo él y nadie más que él está tan vivo como yo y tan lúcido como siempre. Lástima que este, por ahora, mínimo reencuentro me sirva tambien para comunicarle mi adios a cine-clásico. Si te apetece, o a lo mejor ya lo has hecho, asomate por Editoriales de LuisB y por unos hilos que por ahí circulan y entenderás las razones de mi despedida. Aprovecho asimismo para comunicarte que podremos polemizar en mi blog "Vergerus" que ha vuelto a la vida y que ya admite y responde comentarios.

Un grandísimo abrazo y hasta siempre.
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Re: La Decadencia del Cine, por Susan Sontag

Notapor flazaro » Mié Abr 25, 2012 10:10 pm

Muchas gracias, querido Luis, por tus inmerecidos elogios a mi vetusta persona. Es un placer saber que estás lo bastante bien como para participar en el foro. Y gracias también por avisarme que había perdido mi avatar con la imagen de Gary Cooper que estás en los cielos. Ya me parece que la he repuesto.

Aunque sea yo ahora quien participe poco en este foro, no dejo de seguir la recomendación de otro gran Luis aragonés, el de Calanda, y cada diez dias salgo de mi escondrijo y leo algunos post -siempre leo los tuyos, querido amigo, con la atención que se merecen-, y a veces tengo la intención de participar en ellos, pero cuando leo otros en que compañeros, por mi muy queridos también, se destrozan mutuamente, recojo el petate y regreso a mi guarida recordando con nostalgia aquel poema de Schiller -Freude, schöner Götterfunken- al que puso musica otro sordo genial llamado tambien Luis, pero este de Westfalia.
Unos versos cuyas primeras estrofas dicen aquello de:

Tochter aus Elysium,
Wir betreten feuertrunken,
Himmlische, dein Heiligtum.
Deine Zauber binden wieder,
Was die Mode streng geteilt;
Alle Menschen werden Brüder,
Wo dein sanfter Flügel weilt.

Wem der große Wurf gelungen,
Eines Freundes Freund zu sein,
Wer ein holdes Weib errungen,
Mische seinen Jubel ein!
Ja, wer auch nur eine Seele
Sein nennt auf dem Erdenrund!
Und wer´s nie gekonnt, der stehle
Weinend sich aus diesem Bund!


Si esto se va al garete, como diria Rick “Siempre nos quedará Vergerus
Un abrazo
:good:
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Re: La Decadencia del Cine, por Susan Sontag

Notapor Vertigen » Jue Abr 26, 2012 12:39 pm

Desconocía este interesante hilo del professor que nuestro Lázaro sevillano ha resucitado.

Me trae a la memoria un maravilloso último Curso de Historia de la Cultura en una añorada Universidad latinoamericana, a mediados de los años 80. Se habían elegido cinco temas de cultura del siglo XX, para estudiar durante ese año:

LA SAGRADA FAMILIA de Gaudi ARQUITECTURA
ULYSSES de Joyce LITERATURA
GUERNICA de Picasso PINTURA
QUINTA SINFONÍA de Mahler MÚSICA
FANNY Y ALEXANDER de Bergman CINE

La mayoría de los españoles que lean esto creerán de buena fe que Bergman fue descubierto en algún Festival de Cannes o de Venecia. Craso error, porque Punta del Este, Buenos Aires, Lima y México, por este orden, dieron a conocer las películas del genial sueco en la primera mitad de los años cincuenta, mucho antes que en la propia Europa con EL SÉPTIMO SELLO. Una inteligente alumna, creo que se llamaba América Penichet, lanzó una pregunta que tardó un tiempo en ser contestada: "Pero si estamos estudiando cine, porque nos proyectan algo que es de televisión". Se refería a lo que hoy se llama versión extendida de esta película de Bergman, que sólo se exhibió en la pequeña pantalla.

La respuesta me salió espontáneamente, a bote pronto: "La pintura comenzó en cuevas como las de Altamira en España, antes de pasar al mural o al lienzo. La literatura fue primero oral desde los llamados poemas de Homero a los del Mío Cid o Roldán. Las películas nacieron en la sala oscura del cinematógrafo, pero grandes cineastas actuales como Rossellini o Berman los han llevado a la pequeña pantalla y con el auge de los sistemas de video que se van a desarrollar en el futuro tendrán cabida en la intimidad de los hogares".

Recuerdo bien
aquellos «cuatrocientos golpes» de Truffaut
y el travelling con el pequeño desertor,
Antoine Doinel,
playa a través,
buscando un mar que parecía más un paredón.
Y el happy-end
que la censura travestida en voz en off
sobrepusiera al pesimismo del autor,
nos hizo ver
que un mundo cruel
se salva con una homilía fuera del guión.

Cine, cine, cine,
más cine por favor,
que todo en la vida es cine
y los sueños,
cine son.


http://www.youtube.com/watch?v=gP97HiI7xF8
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