PSIKOKO escribió:Así se publicitan algunas películas:
* LA VIDA SECRETA DE LAS PALABRAS
"Es una película imprescindible" María Casanova/Cinemanía
"La película va a seguir dentro,muy dentro,de quienes la vean,escuchen y sientan"
Fausto Fernández/Fotogramas
* UNA HISTORIA DE VIOLENCIA
"Tan apasionante,tan atrapadora que sólo cabe mantener los ojos y la boca abierta" Fotogramas
"Un prodigio de película" Salvador Llopart/La Vanguardia
* FLORES ROTAS
"Divertidísima e inteligente...sublime! Sin duda la veremos en los OSCARS" Chicago Sun Times
"Jarmush:La carcajada inteligente...Para reírse a gusto.Bill Murray tan memorable como en
Lost in Traslation.Una pieza maestra" Lluis Bonet/La Vanguardia
etc,etc... y ahora pregunto:
¿Qué os parece este uso de las críticas? ¿Les pagan algo por utilizar su nombre?
Miércoles, 19 de Marzo 2008 / Publicado el 19/04/2007 CINE :
Público y crítica se divorcian
Carta desde Hollywood
El crítico y analista cinematográfico británico Mike Goodridge, con residencia en Los Ángeles, analiza en su primera colaboración con El Cultural el mal momento que atraviesa la crítica en Estados Unidos. En opinión de Goodridge, el progresivo alejamiento entre los expertos y los gustos del público, la proliferación de prejuicios o la expansión de Internet son algunas de las causas de un panorama en el que la crítica se ha convertido en un arma promocional al servicio de los estudios. También da cuenta del último Festival de cine asiático de Hong Kong.
En 2007, más que nunca, se ha abierto un profundo abismo entre lo que el público quiere ver y los críticos apoyan. La expresión “a prueba de críticos”, normalmente utilizada para describir algunas películas de alto presupuesto de Hollywood, jamás ha sido más adecuada. La crisis se hizo evidente con el lanzamiento el mes pasado de 300, la película épica de acción superestilizada, que fue rechazada en bloque por la mayoría de críticos de Estados Unidos pero amada por el público hasta superar los 200 millones de dólares en taquilla. Parece que los muy intelectuales expertos de la prensa no se enteraron de gran cosa cuando la atacaron sin piedad por sus errores históricos y violencia extrema.
La película 300, basada en una novela gráfica, se toma libertades de forma deliberada con los hechos históricos y traslada al cine la brutalidad del cómic. Dirigida por Zack Snyder, el hombre que debutó con el remake de Amanecer de los muertos, fue clasificada como un producto que ofrece entretenimiento espectacular pero carece de estilo o sustancia. Sin embargo, los espectadores que la productora buscaba –esencialmente adolescentes– respondieron encantados, tal y como lo hicieron sus padres hace 30 años cuando vieron La guerra de las galaxias.
Mientras, la plana mayor de la crítica se hizo un lío. Formada por personas de media edad que crecieron con Godard o Antonioni, tiene la costumbre de aplicar los mismos criterios a Babel o Cartas desde Iwo Jima que a filmes como 300, delatando una preocupante torpeza para entender los apetitos de la juventud de hoy. “Tan patéticamente pueril como esperaba”, dijo Andrew Sarris, el venerable experto de 79 años de The New York Observer. “Tan violenta como Apocalypto y el doble de estúpida”, vomitó A.O. Scott, el poderoso crítico de The New York Times.
Snyder, hablando del asunto con Los Angeles Times, dijo que las críticas le parecían “divertidas”. “Eran tan neocon, tan homófobas... Simplemente los críticos no fueron capaces de ir a ver la película sin sobreintelectualizarla”. En este punto precisamente es donde yace el foso que se ha abierto entre crítica y público. Ya pasó el año pasado. Los dos mayores éxitos de taquilla, Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto y Noche en el museo, fueron masacradas por los expertos con el consiguiente enfado de la masa, que está harta de que los intelectuales les fastidien el placer que experimentan al ver determinadas producciones.
Encuentro con los espectadores
Hace pocos días pude observar de forma contundente esa brecha. Asistí a un encuentro entre críticos y público en el Miami International Film Festival y los asistentes nos machacaron precisamente por ser incapaces de ver por qué Piratas del Caribe 2 o Ghost Rider son buenas películas. Un miembro de la audiencia dijo que deberíamos bajar de nuestro corcel y comenzar a ponernos en la piel de la masa. Nuestro trabajo, rebatí, no es decir si una producción va a ser un éxito o no sino cuáles son sus méritos artísticos. Mis argumentos no parecieron impresionarle, por lo que salí del encuentro pensando que quizá las películas de Hollywood necesitaban un tipo de crítica distinto. De hecho, ahora los propios estudios rechazan de forma rutinaria hacer pases previos al estreno. Para qué sirve que los críticos vean una película de terror cuando a los adolescentes que irán a verla les importará un bledo las inevitables malas reseñas?
La zona gris se deja ver cuando las productoras necesitan a los expertos para vender sus películas más ambiciosas e ilusionantes. Hacia finales de año, cuando los filmes que se autodenominan "prestigiosos" se estrenan para tener opciones a los Oscar, las productoras piden de forma activa el apoyo de la crítica y nos solicitan citas para los carteles y anuncios en televisión.
Audiencias “exclusivas”
Tomen el caso de The Queen, por ejemplo, que terminó recaudando la impresionante cifra de 60 millones de dólares en América. Aquí tenemos un filme que necesitaba construir su público de forma gradual a través de críticas positivas y el boca-oreja en ambientes “exclusivos”. "Exclusivo" es una palabra que los estudios utilizan para describir a una audiencia más intelectualizada a la que le gusta acercarse a un cine con una programación de películas independientes. O que incluso, en algunos casos, es capaz hasta de ver producciones extranjeras con subtítulos, que representan la última frontera a la que está dispuesto a llegar el público americano.
Con este panorama, los críticos se sienten impotentes en la época de verano, utilizados cuando llegan los Oscar y han pasado a formar parte de la temporada de premios ya que la mayoría de ciudades tienen su propia asociación y ceremonia de galardones anuales. The Queen se benefició enormemente de su apoyo, y Helen Miren se llevó su Oscar a la Mejor Actriz después de que la mayoría de los críticos la coronaran. Aunque también es cierto que 300 recaudó en su primer fin de semana diez millones de dólares más que The Queen en toda su trayectoria. Como extranjero en Estados Unidos, aún me asombra más el papel de los críticos aquí. Ejercen su poder con autoridad atemorizante cuando se trata de películas independientes o extranjeras, pero tal y como Snyder identifica, despliegan tal grado de conservadurismo, inflexibilidad y pomposidad que les impiden abrise a nuevos tipos de películas.
La era de Internet
Un caso claro de lo que vengo contando sucedió durante el pasado Festival de Sundance. Una de las mejores películas que pudieron verse fue An American Crime, un fascinante estudio sobre el mal y el corazón derechista de América. Pero muchos en la prensa económica de Hollywood la odiaron. Todd McCarthy, de Variety, se refirió a su “nulidad artística” argumentando que no había nada “americano” en ese “crimen”. Kirk Honeycutt, de The Hollywood Reporter, de forma bastante obvia, la describió como “desagradable en todo momento”. El patriotismo de McCarthy no es nuevo. Parecidos argumentos utilizó cuando descalificó los dos filmes de Lars Von Trier sobre Estados Unidos, Dogville y Manderlay, diciendo que éste piensa que “América merece su aniquilación”. El hecho de que McCarthy, uno de los críticos más populares y leídos, reaccione siempre de la misma forma ultranacionalista ante filmes que no son complacientes con el credo oficial me produce un profundo malestar. Porque, por supuesto, son esas películas pequeñas las que sufren las consecuencias comerciales del varapalo. Desde luego, El código Da Vinci no tiene que preocuparse.
El estilo de la crítica
Entre los otros críticos más importantes del país tampoco se encuentran necesariamente voces más iluminadoras. El veterano Peter Travers, de Rolling Stone, proclama con tanta frecuencia en los carteles que es una de las mejores películas del año que ya poca gente se lo toma en serio. La troika del New York Times, Stephen Holden, Manohla Darvis y el mencionado Scott ejercen una gran influencia pero su estilo es demasiado autoconsciente. Dargis quizá tiene el “punch” de la legendaria Pauline Kael de The New Yorker, pero no suele demostrar ni la pasión ni el rigor de aquélla. Además, la crítica en sí misma es mucho menos importante en Estados Unidos en la era de Internet. Uno de los sitios de la web más visitados por los cinéfilos es Rottentomatoes.com, en el que se ofrece un porcentaje de críticas positivas y negativas basado en una encuesta semanal entre los expertos de diversos medios. Si uno entra en la página, por ejemplo, rápidamente podrá comprobar que Infiltrados ha recibido un 93% de comentarios positivos mientras Norbit, de Eddie Murphy, sólo un 9%. ¿Quién necesita leer una crítica cuando existe un método tan rápido para saber cuál ha sido la respuesta colectiva?
Internet es también una nueva arma para los críticos americanos: aquellos que se sitúan en esa posición porque ellos mismos se la adjudican. La forma actual de funcionar de la red ahora dicta que los chavales descubren qué películas quieren ver a través de myspace.com o recomendaciones que reciben online. Los adultos también cada vez se fían más de los blogs y los sitios construidos por fans. Naturalmente, los críticos profesionales desdeñan estas opiniones comunes, pero el apogeo de la voz popular tan sólo puede significar su progresiva marginalización.
GOODRIDGE, Mike
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