David_Holm escribió:No será que vas a comisión...
kimkiduk escribió:me parece uno de los críticos de cabecera de este terruño, pese a su afición a los santos varones de la cinematografía de las barras y las estrellas
NitteZtalker escribió:En Argentina ha aparecido a fines del pasado año un libro para mí fundamental, "Ver y Poder" de Jean-Louis Comolli, prologado por el amigo Eduardo Russo
http://www.aurelialibros.com.ar/meacvad ... ypoder.htm
"Koptt" escribió aquí: |
kimkiduk escribió:Aunque empiezo a estar harto de dejarme los euros en gastos de envío (¿Os podeis creer que en una ciudad de 70000 almas, con universidad, las librerías apenas sirvan editoriales minoritarias, ni aún por encargo?)
Nickcave30 escribió:Para las legiones de fans de Kawase que habitan esta página, recién salido del horno, el otro día adquirí este suculento volúmen con artículos e interesante apartado gráfico:
Aún no lo he empezado pero caerá esta semana con toda seguridad. La lista de críticos es heterogénea y sorprende, sin ir más lejos, la presencia de algunos que no son precisamente afectos a los ojos rasgados
NitteZtalker escribió:En Argentina ha aparecido a fines del pasado año un libro para mí fundamental, "Ver y Poder" de Jean-Louis Comolli, prologado por el amigo Eduardo Russo
http://www.aurelialibros.com.ar/meacvad ... ypoder.htm
Historiador del cine, guionista y productor de documentales norteamericano, David J. Skal comenzó a destacar como crítico de cine en el Ohio University Post, cuando aún era estudiante. A los treinta años funda su propia empresa, cuyo objetivo es asesorar a todo tipo de compañías de teatro, danza y música. Skal es autor de tres novelas de ciencia-ficción, pero fue su fascinación por el personaje de Drácula y su dedicación al mundo del teatro lo que le llevó a escribir su primer ensayo, Hollywood Gothic (1990), que rastrea la evolución del mito desde su creación por Bram Stoker hasta su llegada al cine. Otras obras destacadas de Skal son V is for Vampire (1995),
Dark Carnival: The secret world of Tod Browning (1995) y Scream of Reason: Mad Science and Modern Culture (1997).
Monster Show (1993) es la historia, llena de jugosas anécdotas, del género de terror a lo largo del siglo XX, de su influencia a través de medios de expresión, que van desde la pintura y la fotografía al teatro, la televisión o la literatura, pero, sobre todo, de su gran divulgación a través del cine. El lúcido análisis histórico de esta obra plantea la hipótesis de que la ficción de terror ha cumplido siempre la función de recrear, como una inconsciente
metáfora, los principales traumas y obsesiones sociales. Así, según Skal, la evolución del género de terror corre paralela a los miedos colectivos en cada momento: la Primera Guerra Mundial y el morbo por los freaks (Tod Browning y Lon Chaney), la Gran Depresión y el éxito de películas como Frankenstein y El doctor Jekill y Mr. Hyde, la Segunda Guerra Mundial y el florecimiento del género de hombres lobo, la Guerra Fría y la obsesión por las invasiones extraterrestres, y, más recientemente, la relación entre el Sida y la renovada fascinación por los vampiros.
Más allá de una idea convencional y limitada del «cine gay» y más allá de los silencios y distorsiones de la crítica (casi siempre masculina y casi siempre hetero), Miradas insumisas repasa las relaciones entre la experiencia homosexual, la fantasía homoerótica y el cine. Constituye una introducción a las diversas aproximaciones de los homosexuales al séptimo arte como espectadores, como críticos y como artistas, pero sobre todo es una invitación a cultivar una experiencia provocadora y heterodoxa del cine.
Los placeres cinematográficos siempre han tenido que ver con el deseo y el sexo. Unas veces invitaban a la exploración, otras trataban de imponer cierta ortodoxia. Muy a menudo se producían y se leían en clave heterosexual. La mirada insumisa, tal como se describe en este ensayo, se ofrece como una alternativa a esta forma de ver, hacer y hablar de cine.
Miradas insumisas de los espectadores gays, quienes, saltándose la censura y los estereotipos homófobos, proyectan deseo homoerótico, sacan del armario a camaradas y a amigas de toda la vida, descubren a la butch en Bette Davis, a la cómplice en Elizabeth Taylor y se ven reflejados en musicales, melodramas y películas Disney.
Miradas insumisas de los creadores homosexuales, de Cukor a Almodóvar, pasando por Visconti, Pasolini, Fassbinder, Ventura Pons o Todd Haynes, que buscan modos de dar forma artística y narrativa, de maneras más o menos codificadas, a una experiencia personal y subcultural, a una perspectiva que siempre será mejor cuanto más individual y a unas fantasías que no se someten al imaginario tradicional.
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