Una Lucertola Con La Pelle Di Donna (Lucio Fulci, 1971)
A Lizard In A Woman's Skin / Una Lagartija Con Piel De Mujer
IMDb
Dirigida por
Lucio Fulci
Reparto
Florinda Bolkan, Stanley Baker, Jean Sorel
Silvia Monti, Alberto de Mendoza
Sinopsis
La discreta y bien reputada esposa de un político e hija de un eminente abogado está padeciendo unas extrañas pesadillas en las que acaba asesinando a su vecina, una joven de mala reputación. El psicoanalista de la mujer le dice que no se preocupe, que el sueño se debe a un conflicto entre su repulsión ante ese modo de vida y un lado oscuro que sin embargo lo desea; y que al matar a la persona que representa esa degradación, tan sólo está imponiéndose su lado recto sobre ese otro yo. Sin embargo, al poco, la vecina aparece asesinada, tal y como la protagonista había soñado que ella la mataba...
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Sobre
Una Lucertola con la Pelle di Donna (por keller)
A esta altura casi todo el mundo sabe que
giallo es una palabra salida de unas ediciones baratas de novelas policíacas que la Casa Mondadori vendía con mucho éxito en Italia durante la posguerra. Sus popularísimas historias generalmente mixturaban la investigación detectivesca con el misterio, copiando de manera superficial el estilo impuesto por Edgar Allan Poe en su serie de Auguste Dupin, e incorporando toques de erotismo propios del
pulp americano, al que también se asemejaban en la precariedad de sus ediciones en papel barato (del inglés
pulp, pulpa). Las cubiertas de las novelas de Mondadori eran siempre amarillas (en italiano,
giallo), razón por la que este color acabó siendo sinónimo de una suerte de subgénero literario en el que convivían detectives, asesinatos y mujeres semidesnudas.
Si bien puede atribuírsele a Mario Bava la primera realización cinematográfica de un
giallo con
La Ragazza Che Sapeva Troppo, de 1963, la verdadera fuerza innovadora en su representación llegaría a finales de esa década, de la mano de dos directores jóvenes: Dario Argento y Lucio Fulci. Argento catapultó el giallo hasta las nubes a partir del resonante suceso obtenido por
L’Uccello Dalle Piume Di Cristallo, sentando, tal vez sin quererlo, las bases estilíticas y hasta nominales de todo
giallo por venir: de allí en adelante, casi todas las realizaciones posteriores de éste y otros directores incluyeron algún animal en sus extensos títulos, y compartieron innovaciones visuales producto de audaces movimientos de cámara, de un novedoso uso del plano subjetivo, y de un montaje filoso, que rasgaba la continuidad de las escenas.
Fulci no fue una excepción al momento de titular
Una Lucertola con la Pelle di Donna (Una Lagartija con Piel de Mujer), tal vez el mejor film jamás filmado por él, y sin dudas uno de los
giallos que mejor representa las coordenadas de estilo de este subgénero, recreadas por esta pareja de cineastas modernos a partir de la combinación de elementos tradicionales de las novelas de asesinatos, con la imaginería, la moda y las tendencias estéticas generales (
zeitgeist) de ese momento histórico que suele resumirse con el apelativo
Swinging London.
Una Lucertola con la Pelle di Donna transcurre precisamente en Londres. Allí, la aburguesada esposa de un exitoso abogado consulta a un psicoanalista, atormentada por las intensas fantasías que cobraban vida en sus sueños, en las que tenía sexo con una vecina de su apartamento afecta a las drogas, en el contexto de unas psicodélicas bacanales colectivas. A partir de este inicio freudiano, amparado en las posibilidades narrativas que le brindan las semejanzas entre los estados oníricos y los lisérgicos, Fulci desata un relato alucinatorio, que le permite expresar con soltura aquello que mejor sabe hacer: poner la cámara y narrar visualmente con furia, acosando los sentidos mediante su montaje violento, sus visiones anguladas, y su recreación en imágenes extáticas de la locura, el miedo y la paranoia.
En una magistral y casi emblemática combinación de recursos que inauguraría otra de las variantes estilísticas del
giallo, la intensa imaginaria visual desplegada por Fulci cobra aún mayor espesor mediante la textura aportada por la banda sonora de Morricone, quien recurre a una paleta abstracta y atonal para recrear el clima de tensión generado por el estado paranoide, el temor y las alucinaciones del personaje principal encarnado por Florinda Bolkan, una mujer de exótica belleza y enigmática presencia, actriz fetiche del director italiano, que logra en
Una Lucertola con la Pelle di Donna la que probablemente sea su mejor performance cinematográfica.
Presionada bajo la carga de esta orgía sensorial, la trama pasa naturalmente a un segundo plano. No obstante, Fulci se las ingenia para mantener el interés sobre ella mediante permanentes giros en su evolución, devenidos de la dificultad para desentrañar qué es realidad y qué es sueño, y por las múltiples señales generadas en las intrigas familiares y las redes de traiciones y encubrimientos que empujan hacia el imprevisto final.
Para los estándares cinematográficos más clásicos, un
giallo nunca es una “buena” película. No trata temas trascendentes, no plantea reflexiones existenciales, muchas veces ni siquiera está bien actuado. Pero enraizado en la estética de un tiempo histórico de gran experimentación, abierto a intensas exploraciones en los márgenes de lo inconsciente personal y colectivo, la fuerza visceral de su estilo invita siempre a entregarse a un festín de sinrazones cromáticas, de luces, sombras, reflejos, gestos y voces que expresan, con inocencia pero también con audacia, las fantasías muchas veces inconfesadas de las mejores damas y caballeros que pueblan el así llamado mundo civilizado.
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Notas a la traducción: traduje los subtítulos directamente desde el diálogo italiano, para ser más fiel al guión original. Como este método suele dar líneas ligeramente más largas, conjugué casi todos los tiempos pretéritos como simples en lugar de compuestos ("lo hice yo", en lugar de "lo he hecho yo"), porque de esta manera se ahorran casi cinco caracteres promedio por línea. Sé que esto no les gusta mucho a los amigos españoles, pero en este caso era inevitable.