"La carne de mujer siempre ha tenido, desde luego, gran lugar en mis sueños. Hasta en estado de vigilia, sus imágenes no cesan de asaltarme. Una muchacha con un traje veraniego que brinda su arqueada nuca - se está abrochando una sandalia -, medio volcada la melena descubriendo la piel frágil de rubio vello delicado, se me aparece en el acto sometida a alguna complacencia, bien pronto excesiva. La ceñida falda estrecha, abierta hasta los muslos, de las elegantes de Hong-Kong, se desgarra de golpe por obra de las nalgas."
La maison de rendez-vous (La casa de Hong-Kong), Alain Robbe-Grillet.