Entrevista a Julio Medem

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Entrevista a Julio Medem

Notapor jesloser » Dom Jul 29, 2007 11:40 pm

Entrevista publicada en El Cultural del diario El Mundo el pasado 26 de Julio. Uno de los mejores directores españoles actuales (para mí el mejor), regresa a las carteleras cuatro años después del rodar su último largo, el documental La pelota vasca (2003) y siete desde su último film de ficción, Lucía y el sexo.

Julio Medem
“Cada vez necesito menos cosas para rodar”


El próximo 24 de agosto comienza una nueva etapa para Julio Medem. Tras enfrentar a tirios y troyanos con su polémico documental La pelota vasca, el cineasta estrenará su regreso a la ficción: Caótica Ana, una película compleja en la que reflexiona sobre la vida y la muerte y que sirve de homenaje a su hermana Ana, que falleció en el año 2000 de un trágico accidente de coche. Mientras da los últimos retoques al filme, el director recibe a El Cultural para romper cuatro años de silencio, hablar sobre la que quizás es su película más personal y rememorar una larga travesía en el desierto.

A falta de pocas semanas para el estreno de Caótica Ana, Julio Medem sigue sin poner el punto final a la película que significa su regreso a la ficción siete años después de su última incursión en este terreno, Lucía y el sexo, su mayor éxito comercial hasta la fecha. Con el filme sin terminar, Medem muestra a El Cultural algunas partes. Son fragmentos que permiten intuir un trabajo muy ambicioso, quizá el mayor desafío hasta la fecha en la carrera del cineasta, en el que se adentra sin ambages en algunos “temas importantes” que han formado parte desde el principio de su particular universo personal. Como es sabido, esta pausa se vio interrumpida por el estreno (en octubre de 2003) del documental La pelota vasca, una de las producciones españolas más controvertidas de los últimos años. Un experimento que Medem inició con la intención de hacer un llamamiento al diálogo y los buenos sentimientos y que se le atragantó como un caramelo envenenado. Está claro que nadie como él mismo sufrió en sus carnes el escándalo. Han pasado cuatro años y por fin ha llegado la hora de la redención. Una redención que llega con una película que puede convertirse en la apoteosis ética y estética de un cineasta que siempre ha sido más intuitivo que intelectual, más “sturm und drang” que Descartes, más abstracto que concreto.

Las obsesiones del director.
En este sentido, Caótica Ana puede entenderse como una culminación por acumulación de las obsesiones de un director que conecta muy bien con el público a pesar de tratar temas “densos”. Gracias, precisamente, a esa vena romántica (con algo de espiritualidad new age) que tan bien casa con los anhelos de trascendencia de buena parte de la sociedad española. Porque la espiritualidad que propone Medem vuelve a ser una espiritualidad sin Dios, basada en “otra cosa”, como dice él mismo. “No es una película religiosa. Es espiritual en la medida en que seamos conscientes de que existimos como acumulación de lo que hemos sido todos. Estamos siempre en la cima de la humanidad. Ser partícipes de eso creo que es muy interesante. Caótica Ana es una oda a la mujer, a la lucha”.

Desde un principio, una oda a una mujer muy concreta: su hermana Ana, entendida como persona específica en un primer momento, y como metáfora después. Porque Medem lleva rumiando la idea de la película desde hace muchos años. En el origen, hace ya casi una década, su hermana, cuyo carácter optimista y alegre embrujaba a Julio, era la inspiración para una comedia. “El caos lo concebía de otra manera, la protagonista era una de aquellas personas que desordena a su paso todo lo que estaba ordenado. En mi cabeza tenía una película feliz”, explica el director.

Hasta que la propia realidad truncó sus planes cuando Ana murió en un accidente en abril de 2000. Sucedió cerca de unas bodegas en Cariñena, mientras el cineasta estaba terminando el montaje de Lucía y el sexo y en un momento muy especial: toda la familia esperaba su llegada para inaugurar una exposición de pintura que reunía el trabajo de toda una vida. Pero Ana jamás acudió a su propio homenaje artístico. Su coche se estampó a tan sólo 15 kilómetros de su destino. “Después de la tragedia pedí dos semanas de descanso que se acabaron convirtiendo en dos meses. Todo tenía una belleza tan extraña... La exposición aquella ahí se quedó. Muy cerca del lugar, además, en el que yo había rodado Tierra”.

Medem necesitó dos meses para volver a la sala de montaje de su famosa película con Paz Vega. Pero necesitó bastantes más para poder recuperar aquella historia primigenia sobre su hermana Ana. “Esto que estoy contando sobre mi hermana no podría haberlo hecho hasta hace tan sólo un año. Ha pasado un tiempo y ahora puedo. La película surgió de ese duelo, pero tiene un recorrido. He seguido buscando. Estaba con un material muy especial y tenía una situaciones que me gustaban mucho, con mensajes un poco cifrados. Llegaba el tiempo de saber que me estaban diciendo”.

Una biografía particular. Fue entonces cuando Julio se puso a escribir y se dio cuenta de que ese caos original, que podría haber servido para una screw-ball comedy, se convertía en “algo mucho más interesante, al menos para mí. Hacer una película en la que tienes presente a tu hermana pero no es ninguna biografía. Aunque el punto de partida sí, porque la protagonista sigue estando inspirada en su carácter y tiene ese punto de candidez y de inocencia. Aunque lo que le ocurre al personaje no tiene nada que ver. La Ana fictica, en un momento dado, dice que no sabe muy bien adónde va el alma de los muertos. No tiene ni idea. Tampoco se le ocurre que pueda haber paraísos exteriores. Lo que sí tiene claro es que, si acaso, pueden volar hasta el alma de los vivos. Los vivos podemos mantener presentes y vivos a los muertos. Mi hermana de alguna manera está dentro de mí. Me pregunté qué pasaría si dentro de Ana también estuvieran contenidas otras personas, otras energías. De allí fue surgiendo que, en ese caos, en esa cosa que no se ve, se produjera un cruce en este viaje que es la película. Porque hay un viaje en el presente, en el espacio, con ese espíritu naïf, de comedia, y ahí es donde está instalado el caos. Ese caos comienza a perfilarse en la forma en que una vez que llega a Madrid, de una manera casual, esas puertas que Ana pinta cerradas en sus cuadros, se abren. Son existencias y recuerdos pasados, de mujeres, que cobran vida”.

– La sinopsis avanza que Ana forma parte de una cadena de mujeres que murieron muy jóvenes, todas a la misma edad.

– Eso yo lo hubiera quitado, para no dar más datos.

A partir de aquí, Medem sigue indagando en temas tan propios de su universo como la identidad, el universo femenino y una cierta idea de lo metafísico sobre una estructura de tipo circular en la que se juega con elementos hipnóticos.

– Tengo que ser un observador de la realidad porque me toca y me gusta. Pero yo no saco las películas de allí... Desde que empecé con el Super Ocho lo que me atraía era extraer material de lo desconocido, de las tinieblas, de la parte más profunda y menos accesible. Ves cosas. Yo no sé de dónde salen, pero me gusta lo que me proponen y el camino que me están marcando. Lo más curioso es que no estoy seguro de si es la opción que preferiría como espectador. De hecho, a lo largo de los años me ha ido sorprendiendo mi éxito popular. Yo siempre pensé que sólo interesaría a una minoría”.

En este sentido, Caótica Ana opera a dos niveles. Por una parte, como un reflejo del universo interior de Medem. Por la otra, como una proyección de su concepción sobre la identidad. Desde el primer punto de vista, Caótica Ana es una sublimación de los demonios del cineasta respecto a su hermana, la muerte y su propia evolución personal. Una crisis que alumbra un camino nuevo:

– Me ha servido como renovación. Siento que he tenido que hacerme más joven porque he estado muy cerca de Ana y de su edad (22 años). Es una película que parece hecha por alguien con menos maduroque yo (48 años). Seguramente en la próxima sacaré mi lado adulto, que lo tengo. Pero esta vez he tirado de mi parte naïf sin pudor. Aunque el personaje de Ana no es solamente ingenuo, tiene su poderío expresivo. Irradia una energía alrededor muy buena. He sido muy feliz rodando porque también he notado, junto a ese rejuvenicimiento, que he ganado una cierta sabiduría que te permite autocon- tenerte más. Cada vez necesitas menos cosas. La maestría está allí.

Aunque esa luz de Ana no es inmune a la oscuridad, ya que “hay algo terrorífico. Sale fugazmente, y suelen ser recuerdos. Algunos, marcados por situaciones de violencia producidas por el hombre a una mujer”. En esta ocasión, la idea de la construcción identitaria de Medem vuelve a estar muy ligada “a lo ancestral, que en este caso es más evidente. Resulta que no vivimos solos y aparece el concepto de la memoria colectiva”. Se plantea entonces la dicotomía entre la individualidad y el grupo. Un planteamiento que Medem resuelve de la siguiente manera:

– Hay un cierto castigo a lo innoble. Hay un momento en el que ocurre un sacrificio, en el que Ana empieza a darse cuenta de que es la cabeza visible de algo. Se despoja de su propio yo para sacrificarse por un colectivo que éticamente es más importante que ella misma. Esa expiación ocurre. La película podría haberse llamado El sacrificio de Ana. Eso también viene unido a un acto que es un castigo pero al mismo tiempo es poético. Porque la ingenuidad nunca es inofensiva, o no totalmente.

Surge la duda de si Medem está hablando de sí mismo por persona interpuesta. En cualquier caso, esa idea aparece muy ligada a la de la femineidad. “Me resulta más interesante hablar de mujeres que de hombres. Me atrae más y me seduce. Las mujeres tienen un enigma, algo profundo que yo creo que está relacionado con el útero”, explica el cineasta. “La mujer tiene la ventaja de estar más autocentrada en sí misma respecto al instinto de vida. El hombre tiene un instinto de muerte muy fuerte. Es más bipolar. Nosotros tenemos una dotación hormonal distinta, la testosterona marca mucho y sale esa vena agresiva, violenta. La mujer está mucho más compensada. También hay una idea en la película relacionada con la maternidad y su responsabilidad de criar a un ‘ejército de hombres buenos’. Las voces de esas mujeres que oye Ana tienen que ver con eso”.

–Esas ideas, simbolizadas por una Ana dentro de la que estarían incluidas “otras mujeres”, podrían hacer pensar en tradiciones religiosas como el budismo.

– No me pregunto por la reencarnación sino por lo que significa un alma completa. El alma, como ente, es una unidad pero no una isla. En todo nuestro soporte tenemos el espesor profundo de lo que estamos hechos. Estamos formados por material espiritual humano y de allí surgen recuerdos y situaciones. Porque somos una mezcla de todo lo que hemos sido todos. Yo sólo me pregunto si se puede establecer una conexión concreta con una vida anterior.

– Podríamos pensar en un ensayo fílmico. ¿Se ha preocupado por dar le un argumento claro?
– La estructura de la película es lineal, para que haya un camino bien trazado, recto. Está dividida en diez capítulos. Hay una cuenta atrás. Empieza con un diez y acaba en el cero. Se entrecruza en ese viaje. Hay unas rupturas al pasado. Vivimos junto a ella la sensación que tiene de quererse liberar. Esa necesidad la hace acercarse al origen. La protagonista viaja a EEUU y cuando llega a Arizona se está acercando plenamente a ese lugar. Hemos rodado en unas ruinas en Alsacia, en la reserva de los navajos. Allí va Ana también.

Días de furia. Han pasado cuatro años desde que Medem irrumpiera en el debate nacional con un documental polémico, La pelota vasca. A estas alturas, resulta algo reiterativo insistir en los motivos que pusieron al cineasta en una situación muy delicada, con media España insultándole y la otra media sin ganas de entrar al trapo. ¿Fue Medem un ingenuo o sabía muy bien que el buenismo difícilmente enmascara una toma de posición política sujeta, como mínimo, a réplica? Lo que está claro es que, en cine, el montaje es una cuestión moral y que el director aprendió alguna lección.

– Me llegaron a montar una manifestación bajo el lema: El pelota vasco, el tiro contra la nuca. Fue un verdadero infierno que no me esperaba para nada.

Aunque afirma que está harto (lo cual se entiende) de aquella polémica, en su tono de voz se sigue notando que aquellas semanas de escarnio público han dejado en su memoria una cicatriz profunda:

– Algo en mi ánimo se quebró. Tardé más de lo que creía en recuperarme. Pensaba que trabajando lo superaría, pero no. Los directores de cine somos fabricadores de ánimos, para hacer una película tienes que defenderla, convencer a gente de que la hagan como tú la ves y que al mismo tiempo te aporten cosas. Un rodaje es un trabajo que es una barbaridad de responsabilidad y de horas. Es fascinante y tiene mucho de desgaste. No tenía dudas sobre mi vocación pero sí me preguntaba a mí mismo si iba a ser capaz de seguir trabajando. Entré en un estado depresivo, peligroso.

A partir del próximo 24 de agosto, críticos y espectadores podrán dar su propio veredicto sobre Caótica Ana, la esperadísima película que debe reconciliar a Medem con un público que lleva años disfrutando su obra, sea cual sea su tendencia política. Haciendo bueno el viejo aforismo nitszcheano según el cual “lo que no te mata, te hace más fuerte”, Medem vuelve y todo indica que más sabio y mejor artista.

SARDÁ FROUCHTMANN, Juan

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