XAN: Hay un cierto tipo de chicos de mi generación- incluídos todos mis ligues y Tarantino- que con sólo citar el nombre de Laura Antonelli se ponen...
ARIANA: ¡Como flanes!
XAN: ¡Exacto! Hay algo en ella tan femenino que todas las chicas querríamos tener: una mezcla de inocencia y sensualidad, que la hace irresistible.
(Ariana Speyer entrevistando a Xan Cassavetes)
Es la época actual. Nos encontramos en la periferia de Ladispoli. Apenas son las ocho, cuando sale de su casa para ir a Misa, una mujer envejecida que anda con pequeños pasos y vestida muy sencillamente con zapatos de goma y una túnica de algodón. Lleva un crucifijo al cuello y los cabellos recogidos. Nada queda ya de su belleza en ese cuerpo otrora tan bello, que llegó a deslumbrar al propio Luchino Vusconti, que la calificó como “la donna piú bella del mondo”. Ha perdido gran parte de esos 104 kilos que llego a pesar, en los momentos en los que fue víctima de la depresión, los psicofármacos, el alcohol y la soledad.
Su casita de ahora no tiene nada que ver con sus dos mansiones de sus tiempos de esplendor en Francia y en Roma. Una pequeña sala de estar, una cocina, un cuarto de aseo y una pequeña habitación con una sola cama de plaza y media, que es lo que le permite pagar su pensión de 500 Euros al mes. Sobre la mesa, hay un teléfono que raramente descuelga y lo hace sólo para repetir una sola frase: «Laura Antonelli non esiste più».
Sentada en una silla, podemos observar unos ojos todavía azules, velados por un dejo de tristeza, que nos miran con una completa indiferencia. Después de una hora y media de estar con ella y haberla acompañado a la Iglesia, el periodista de Il Corriere de la sera que firma esta crónica sólo podrá obtener esta breve confesión de ella: No quiero hablar. No quiero recordar. Uso el dolor como una esponja y así me olvido de todos aquellos que me han hecho sufri en la vida. Laura Antonelli ya no existe.
La Antonelli fue una actriz que marcó mi adolescencia cinéfila y como tantos juguetes rotos ha sido víctima, no de su propia belleza, sino de la maldad de quienes son incapaces de disfrutar de ella sin destrozarla. Y la pregunta es evidente: ¿Por qué la vida de la Antonelli está teniendo un epílogo tan doloroso? Como no dicen los franceses, pero ya comienzan a decir las francesas: Cherchez l'homme. Es raro que detrás de la tragedia de una mujer bella no se encuentre un apuesto hombre. Apuesto que sí... Y como ejemplo remito a lo que escribí en otro hilo, sobre la última película de Marilyn Monroe Something’s got to give, dónde se puede ver cómo George Cukor, John y Robert Kennedy entre todos la mataron y ella sola se murió, que dice el cantar popular.
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Laura Antonaz nació en la bella región croata de Ischia (Pula), emigrando con sus padres tras la guerra a Venecia y luego a Nápoles. Su primera actividad profesional fue la docencia y comenzó ejerciendo de Profesora de Educación Física y hasta de Matemáticas y sin embargo no protagonizó nunca ninguna de esa películas colegiales italianas con el infaltable Jaimito (Alvaro Vitali) y la profesora (o Insegnante) de Anatomía por supuesto, aunque no le faltaban razones para ello, porque a su 1.65 metros de altura y 55 kg. de peso, unía unas formas espectaculares que ella no ocultaba, porque- como dijo en una entrevista- carecía del sentido del pudor que la llevaba a bañarse desnuda, en unos tiempos en los que hasta el bikini hubiera sido un atrevimiento .
Tras un concurso televisivo, comenzó su carrera cinematográfica, algunas de cuyas películas aparecerán aquí. Entre LE SEDICENNI (1965) y MALIZIA 2000 (1992) se desarrolla una carrera en la que alternan películas importantes con otras francamente comerciales e intrascendentes.
Mayor importancia en el drama Antonelli tienen cuatro hombres. El primero es el más famoso: Jean Paul Belmondo, a quien había conocido en el rodaje de LES MARIES DE L’AN II EN 1971. Al año siguiente Bebel convence a Chabrol para que incluya a Laura en el rodaje de DOCTEUR POPAUL, donde la rapta desde el mismo estudio al acabar la película y la lleva a la isla caribeña de Antigua, lo que provoca las iras de su entonces amante, Ursula Andrés. La relación prosigue a trancas y barrancas durante nueve años. Ella tiene su mansión en Montecitorio y él su gran apartamento de Saint-Germain-des-Prés. Laura no quiere tener hijos y Bebel es un buen amante: «Ogni mattina, se nella stanza da letto non c' è Jean-Paul, ho una sua corbeille di rose rosse». Pero las infidelidades del francés serán cada vez mayores, culminando en una escandalosa orgía sexual de Bebel con la jefa de azafatas de AIR FRANCE en pleno vuelo del Concorde de Nueva York a París. Es la gota que colma el vaso y “los casados del año II” que en realidad nunca lo hicieron, deciden separarse
Tras la ruptura con Bebel, la vida de Laura Antonelli pasa a ser una crónica de fracasos amorosos. Se casa con Enrico Piacentini, en el que sería su único y efímero matrimonio, pues la pareja no duraría mucho tiempo, aunque con el tiempo, Laura se haría amiga de la familia de Bedi Moratti, la segunda esposa de Piacentini.
Arma una nueva pareja con el director de cine Marco Risi, quien la habría de dejar después de una tormentosa relación. Reconstruiría su vida sentimental junto al anticuario Andrea D'Aloja, 10 años menor que ella, pero fue esta vez Laura quien decidió poner fin a la unión. Y al lado de Ciro Ippolito se iniciaría la parte más dramática de su vida, el comienzo del descenso al infierno. Ippolito, productor y director de cine, compañero primero, amante después, fue acusado de haber introducido a Laura en el mundo de la droga, algo que él niega, claro. En 1991 los dos fueron detenidos por posesión de cocaína. Llegaron la cárcel y el arresto domiciliario. Los pocos amigos que aún frecuentaban por aquel entonces a Laura empiezan a desaparecer.
Pocos meses después, Salvatore Sampieri, responsable del lanzamiento internacional de la actriz con su película MALIZIA, que se exhibe triunfalmente en Berlín y con el que la Antonelli lograría el premio de mejor interpretación femenina del año, decide hacer una secuela: MALIZIA 2000, con los mismos protagonistas veinte años después. Vittorio Storaro se había recreado en los primeros planos del rostro de la actriz en ese inovidable papel de Angela, la criada; pero ahora Laura iba a cumplir 50 años y la vida que había llevado se reflejaba ya en su rostro.
Parecía inevitable el someterse a la cirugía estética, pero lo que no podía nadie imaginar son los repetidos errores quirúrgicos que acabaron destrozando su semblante. Laura se presenta un día a la filmación, ante los ojos de docenas de periodistas, con su cara totalmente hinchada, irreconocible. «Me lo ha provocado un tratamiento antiarrugas», dice la actriz. La filmación se suspende. El futuro artístico de Laura Antonelli se termina de esfumar.
Laura comienza su descenso a los infiernos de la droga y de la soledad. Hasta que un día como hoy, 2 de noviembre de 1996 Laura Antonelli vuelve a ser portada de los diarios. Algunos medios italianos le dedicaron una columna; otros, dos; los que más, un cuarto de página. La mayoría no informó en las páginas de cine, cultura y espectáculos del internamiento de Laura Antonelli en un psiquiátrico. Lo hizo en «Crónica italiana» o en «Crónica romana», junto a los sucesos, a los casos de drogas o prostitución, junto a los crímenes... Aquellas revistas que en los años sesenta descubrieron la belleza provocadora de Laura Antonelli, entonces profesora de educación física, ya no muestran ningún interés por ella. La consideran algo así como un «despojo». ¡A buscar caras nuevas, cuerpos jóvenes y esbeltos, que es lo que vende!
La Laura que descendió a los infiernos no vende. La abandonó el mundo del cine, la abandonaron los medios de comunicación, la dejaron de frecuentar muchos de sus amigos. A sus 55 años, la ex diva ha sido internada en el departamento psiquiátrico del hospital San Paolo de Civitavecchia, tras sufrir una crisis maníaco-depresiva en una zona comercial de Roma. Lo que vino después ya lo he contado al principio.
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello.
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Luis de Góngora
