No creo que se haya inventado todo o se haya dejado de inventar. Lo que creo es que ha cambiado el concepto, sobre todo el concepto que imperaba en el cine clásico, que es el que aquí mayormente nos ocupa. Y ese concepto era el cine de estudios, que en aquella época era mayoritario, no solo en Hollywood, sino en el resto de las cinematografías. Eran aquellos, como una especie de franquicia, con su propio estilo, con su propio sello, con su propio equipo y su propio personal. De tal manera que se aseguraba, al menos un envoltorio de calidad estándar. Después, ya dependía del talento de quien se ponía al frente del producto; así, esa calidad media asegurada por el estilo de la franquicia, podía alcanzar cotas de gran calidad. Pero fuera como fuera, la calidad estaba garantizada. Por eso es francamente difícil encontrar en aquella época productos, sobre todo vistos ahora, mediocres. Tras la caída de esas franquicias, se puedo comprobar que los talentos reales siguieron brillando donde fuera, mientras que otros, al faltarles la tramoya del estudio, fueron dando bandazos, muchos de ellos en franca caída libre. Y ejemplos hay muchos. Y fácilmente comprobables.
Esto, sin duda, es una generalización. Y muy personal. Y que habría que desarrollar más y en mayor profundidad. Pero es algo que siempre he pensado. Sobre todo ahora, volviendo a ver películas que, en su época no me parecieron gran cosa, y hoy me encantan. Quizás por comparación con lo de hoy. Que es otra historia. Pero es.
O sea: viva el cine. Que vive Dios que vive.