Fragmentos

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Paola
 
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Re: Fragmentos

Mensaje por Paola » 28 Dic 2014 12:54

Todo es una gestación, y un alumbramiento después. Dejar que cada impresión y cada germen de sentimiento llegue a la realización plena del ser, en la oscuridad, en lo inexpresable, el inconsciente, más allá de la propia comprensión, y esperar con profunda humildad y paciencia la hora en que nazca una nueva realidad.

Rainer Maria Rilke (Cartas a un joven poeta)
“El buen soldado es el que desobedece las órdenes criminales”. Anatole France

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Re: Fragmentos

Mensaje por gatatitania » 02 Ene 2015 12:25

"Vivíamos al mismo tiempo nuestra juventud y la juventud de la noche. Las casas donde habitábamos nos parecían tumbas, o asilos en el mejor de los casos. Los policías nocturnos nos saludaban, el conde Sternberg les daba cigarrillos. A menudo patrullábamos con los guardianes nocturnos por el centro de la calle vacía y desleída en plena noche, y a veces nos acompañaba alguna de aquellas dulces criaturas, y tenía un andar distinto al de costumbre, por la acera de costumbre. Entonces las farolas eran menos numerosas y más modestas, pero como éramos jóvenes lucían con más fuerza, meciéndose alegremente en el viento…

Luego, cuando volví de la guerra, no solamente más viejo, sino también envejecido, las noches vienesas estaban también arrugadas y marchitas como viejas y oscuras mujeres, y la tarde no iba en su busca como antaño, sino que evitaba su encuentro, palidecía y se desvanecía, rozándolas apenas. Uno tenía que agarrar, por decirlo así, las tardes apresuradas y temerosas antes de que estuvieran a punto de desaparecer; yo las recibía preferentemente en el parque, en el Volksgarten o en el Prater, y sus últimos y más dulces restos en algún café, donde ellas se filtraban suaves y delicadas como un aroma."

Viena -y el mundo- antes y después de la Gran Guerra, por Joseph Roth en La cripta de los Capuchinos

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Re: Fragmentos

Mensaje por Feve » 02 Ene 2015 21:50

"Cuando por la noche uno parece haberse decidido terminantemente a quedarse en casa; se ha puesto una bata; después de la cena se ha sentado en la mesa iluminada, dispuesto a hacer aquel trabajo o a jugar aquel juego terminado el cual habitualmente uno se va a dormir; cuando fuera el tiempo es tan malo que lo más natural es quedarse en casa; cuando uno ya ha pasado tan largo rato sentado tranquilo a la mesa que irse provocaría el asombro de todos; cuando la escalera está oscura y la puerta de calla trancada ya, y cuando entonces uno, a pesar de todo esto, presa de una repentina desazón, se cambia la bata; aparece enseguida vestido de calle; explica que tiene que salir, y además lo hace después de despedirse rápidamente; cuando uno cree haber dado a entender mayor o menor disgusto de acuerdo con la celeridad con que ha cerrado la casa dando un portazo; cuando en la calle uno se reencuentra, dueño de miembros que responden con una especial movilidad a esta libertad ya inesperada que uno les ha conseguido; cuando mediante esta sola decisión uno siente concentrada en sí toda la capacidad determinativa; cuando uno, otorgando al hecho una mayor importancia que la habitual, se da cuenta de que tiene más fuerza para provocar y soportar el más rápido cambio de necesidad de hacerlo, y cuando uno va así corriendo por largas calles, entonces uno, por esa noche, se ha separado completamente de su familia, que se va escurriendo hacia la insustancialidad, mientras uno, completamente denso, negro de tan preciso, golpeándose los muslos por detrás, se yergue en su verdadera estatura. Todo esto se intensifica aún más si a esas altas horas de la noche uno se dirige a casa de un amigo para saber cómo le va."

Kafka, El paseo repentino

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Re: Fragmentos

Mensaje por Kima » 03 Ene 2015 22:59

ANSE

"Es una tierra dura para el hombre; muy dura. Doce kilómetros del sudor de su cuerpo barridos de la tierra del Señor, donde el Señor le dijo que lo sudara. En ninguna parte de este mundo pecador puede un hombre honrado y trabajador sacar provecho. Lo sacan los que tienen tiendas en las ciudades, sin sudor de ninguna clase, viviendo de los que sudan por ellos. Pero no el hombre que trabaja duro, el campesino. A veces me pregunto por qué seguimos en ello. Es porque nos aguarda una recompensa allá arriba, donde ellos no pueden llevarse sus autos y demás. Allí todos los hombres serán iguales, y el Señor les quitará lo que tienen a los que tienen y se lo dará a los que no tienen.
Pero es una larga espera, al parecer. No está bien que un hombre tenga que ganar la recompensa por sus buenas acciones faltándose el respeto a si mismo y a sus muertos. Seguimos durante el resto del día, y al atardecer llegamos a la casa de Samson y vimos que aquel puente tampoco estaba. Nunca había visto el río tan crecido, y eso que aún no ha terminado la época de lluvias. Ni los más viejos del lugar habían visto ni oído jamás algo semejante. Yo soy un elegido del Señor, porque Él castiga a los que ama. Pero que me cuelguen si su forma de demostrarlo no es extraña.
Pero ahora voy a poder ponerme los dientes. Y va a ser un consuelo. Vaya que sí."

William Faulkner, Mientras Agonizo.

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Re: Fragmentos

Mensaje por raskolnikov » 04 Ene 2015 01:04

Kima escribió:Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos
paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.
:amo:

Siguiendo con principios que nos marcaron en nuestra adolescencia...

"Aquella mañana, después de un agitado sueño, Gregorio Samsa amaneció convertido en un espantoso insecto"

Y un fragmento de "Doctor Zhivago" de Pasternak:

"Creo que no te querría tanto, si no tuvieras algo que te hiciese sufrir, algo que lamentar. No suelo querer a los que siempre han tenido razón, que no han caído jamás, que nunca se torcieron. La suya es una virtud apagada, de poco valor. A ellos no se les revela la belleza de la vida”.

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Re: Fragmentos

Mensaje por lila » 26 Ene 2015 23:03

Mapamundi /1

El sistema:
Con una mano roba lo que con la otra presta.
Sus víctimas:
Cuanto más pagan, más deben.
Cuanto más reciben, menos tienen.
Cuanto más venden, menos cobran.




Mapamundi /2

Al sur, la represión. Al norte, la depresión.
No son pocos los intelectuales del norte que se casan con las revoluciones del sur por el puro placer de enviudar. Prestigiosamente lloran, lloran a cántaros, lloran a mares, la muerte de cada ilusión; y nunca demoran demasiado en descubrir que el socialismo es el camino más largo para llegar del capitalismo al capitalismo.
La moda del norte, moda universal, celebra el arte neutral y aplaude a la víbora que se muerde la cola y la encuentra sabrosa. La cultura y la política se han convertido en artículos de consumo. Los presidentes se eligen por televisión, como los jabones, y los poetas cumplen una función decorativa. No hay más magia que la magia del mercado, ni más héroes que los banqueros. La democracia es un lujo del norte. Al sur se le permite el espectáculo, que eso no se le niega a nadie. Y a nadie molesta mucho, al fin y al cabo, que la política sea democrática, siempre y cuando la economía no lo sea.
Cuando cae el telón, una vez depositados los votos en las urnas, la realidad impone la ley del dinero. Así lo quiere el orden natural de las cosas. En el sur del mundo, enseña el sistema, la violencia y el hambre no pertenecen a la historia, sino a la naturaleza, y la justicia y la libertad han sido condenadas a odiarse entre sí.


Eduardo Galeano. El libro de los abrazos

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Re: Fragmentos

Mensaje por Feve » 29 Ene 2015 21:52

Sigo leyendo cosas sobre el grupo de Worpswede, en esta ocasión lo que escribió Rilke durante su convivencia con ellos:

"Pero no lejos de la región en la que Philipp Otto Runge pintó su mañana, bajo el mismo cielo como quien dice, se extiende un paisaje peculiar en el que se juntó en su día un grupo de gente joven, insatisfechos con la escuela, anhelosos de sí mismos y dispuestos a llevar su vida por su cuenta de algún modo. No se marcharon ya de allí, evitaron incluso hacer grandes viajes, temerosos siempre de perderse algo, alguna puesta de sol irremplazable, algún día de otoño gris o la hora en que después de noches tormentosas brotan de la tierra las primeras flores de la primavera. Lo importante del mundo les sobraba, y experimentaban esa transvaloración de todos los valores que antes de ellos experimentó Constable, quien en una de sus cartas escribiera: «El mundo es vasto, no hay dos días iguales, ni siquiera dos horas; ni tampoco ha habido desde la creación del mundo dos hojas de árbol que fueran iguales entre sí». La persona que alcanza este conocimiento empieza una nueva vida. Nada queda tras ella, todo ante ella y: «El mundo es vasto».
Imagen
Esta gente joven, que durante años se había sentado impaciente e insatisfecha en las academias, «se agolpaba –como escribiera Runge– hacia el paisaje, buscaba algo determinado en esta indeterminación». El paisaje es determinado, sin casualidad, y cada hoja que cae cumple al caer una de las mayores leyes del universo. Esta legalidad que no vacila nunca y se cumple a cada instante serena e imperturbable hace de la naturaleza un acontecimiento para la gente joven. […]

En una de esas llanuras viven los pintores de los que va a hablarse aquí. A ella le deben lo que han llegado a ser y mucho más: a su grandeza inagotable le deben el estar llegando todavía a ser. […]

Y ahí estaban, frente a la gente joven que había venido a encontrarse a sí misma, los numerosos enigmas de esta tierra. Los abedules, las chozas del cenagal, los terrenos de brezo, los seres humanos, las tardes y los días, de los que no hay dos iguales entre sí, y en los que no hay tampoco dos horas que puedan confundirse. Y entonces se pusieron a amar esos enigmas.

En lo que sigue se hablará mucho de estas personas, no en forma de una crítica, ni tampoco con la pretensión de aportar algo acabado. Eso no sería posible; pues se trata aquí de gente que está llegando a ser, que se transforma, que crece, y que quizá, en el momento en el que escribo estas palabras, está creando algo que desmiente todo lo que antecedió. Ya puedo haber hablado de un pasado; también eso tiene valor. Informo aquí sobre diez años de trabajo, diez años de trabajo serio, solitario, alemán. Por lo demás vale también aquí la acotación que ha de presuponerse siempre que uno intenta predecir la vida de alguna persona: «A menudo habremos de detenernos ante lo desconocido»."

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Re: Fragmentos

Mensaje por Kima » 15 Feb 2015 13:53

"I. Mexicanos perdidos en México (1975)


2 de noviembre
He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral. Por supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia de iniciación. Mejor así.


3 de noviembre

No sé muy bien en qué consiste el realismo visceral. Tengo diecisiete años, me llamo Juan García Madero, estoy en el primer semestre de la carrera de Derecho. Yo no quería estudiar Derecho sino Letras, pero mi tío insistió y al final acabé transigiendo. Soy huérfano. Seré abogado. Eso le dije a mi tío y a mi tía y luego me encerré en mi habitación y lloré toda la noche. O al menos una buena parte. Después, con aparente resignación, entré en la gloriosa Facultad de Derecho, pero al cabo de un mes me inscribí en el taller de poesía de Julio César Álamo, en la Facultad de Filosofía y Letras, y de esa manera conocí a los real visceralistas o viscerrealistas e incluso vicerrealistas como a veces gustan llamarse. Hasta entonces yo había asistido cuatro veces al taller y nunca había ocurrido nada, lo cual es un decir, porque bien mirado siempre ocurrían cosas: leíamos poemas y Álamo, según estuviera de humor, los alababa o los pulverizaba; uno leía, Álamo criticaba, otro leía, Álamo criticaba, otro más volvía a leer, Álamo criticaba. A veces Álamo se aburría y nos pedía a nosotros (los que en ese momento no leíamos) que criticáramos también, y entonces nosotros criticábamos y Álamo se ponía a leer el periódico.
El método era el idóneo para que nadie fuera amigo de nadie o para que las amistades se cimentaran en la enfermedad y el rencor."

Roberto Bolaño, Los detectives salvajes.

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Re: Fragmentos

Mensaje por Feve » 15 Feb 2015 15:32

"Así como en la muerte individual hay algo que sucede en el espíritu, y que da lugar a la aceptación de la muerte, es importante que nuestra cultura termine de deshojarse. Toda conversión, como la muerte misma, tiene un pasaje, un tiempo para abandonar los rasgos del pasado y aceptar la historia como se acepta la vejez. Hacernos cómplices del tiempo para que caigan los velos y se desnude la verdad simple.

Siento con entusiasmo esta posibilidad de recomenzar otra manera de vivir. Lo que ayuda a la decisión es un mar de fondo, que se ha ido formando a través de hechos aislados que comienzan a entramarse, imágenes que nos sorprenden, libros que leemos. La gente con la que frecuentamos, un sentimiento de patria cuando estamos en el exilio.

Algo diferente que se valora, que nos asombra y que sentimos como el acercamiento de una utopía. El cambio se da cuanto nuestra mirada no se separa de ella.

No podemos olvidar que en estos viejos tiempos, ya gastados en sus valores, hay quienes en nada creen, pero también hay multitudes de seres humanos que trabajan y siguen en la espera, como centinelas. En la historia los cortes no son tajantes, y ya en las postrimerías del Imperio Romano, sus ciudadanos frecuentaban a sus vecinos bárbaros, y es seguro que tendrían amores con ellos. Así ya están entre nosotros los habitantes de otra manera de vivir. Hoy como entonces hay multitudes de personas que no pertenencen a esta civilización posmoderna, muchas están trágicamente excluidas y otras muchas parecen aún formar parte de las instituciones sociales pero su alma está preñada de otros valores.

El pasaje es un paso atrás para que una nueva sensación del universo vaya tomando lugar, del mismo modo que en el campo se levantan los rastrojos para que la tierra desnuda pueda recibir la nueva siembra.

¡Si nos enamoráramos de este pasaje!

¡Si en vez de alimentar los caldos de la desesperación y de la angustia, nos volcáramos apasionados, revelando un entusiasmo por lo nuevo que exprese la confianza que el hombre puede tener en la vida misma, todo lo contrario de la indiferencia! Dejar de amurallarnos, anhelar un mundo humano y ya estar en camino."

Ernesto Sábato, La Resistencia (fragmento de la Carta V, “La Decisión y la Muerte”)

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Re: Fragmentos

Mensaje por Feve » 11 Abr 2015 12:03

"En uno de estos cajones podías hojear incluso, como hiciste el día de tu regreso, una resmilla de sobres escritos con caligrafía vacilante y torpe y descubrir de nuevo, con reiterado asombro, que su autor eras tú: cartas enviadas desde el internado en que consumieras inútilmente parte de tu juventud, en los opacos y ominosos años que siguieron al fallecimiento de tu madre; psicodramas redactados para uso de la familia —«De temperamento nervioso y de mucho amor propio. Algo retraído con sus compañeros, le gusta tratar con unos cuantos solamente. Religiosidad y piedad ordinarias. No muy aficionado a juegos en tiempos de recreo»— por olvidados profesores de firma ininteligible; la edición anual del Boletín del Colegio en el que hallaras el promedio de tus notas por asignaturas correspondiente a la temporada 1945-46 —«Religión 9, Filosofía 6, Lengua Latina 8, Lengua Griega 9, Literatura 7, Geografía e Historia 10, Matemáticas 5, Ciencias 4, Medalla de Honor, Oro»— y hasta un sobrecogedor cuadro sinóptico de los Coros y Jerarquías Angélicos, copiado veinte veces en un cuaderno con tu puño y letra, encabezado por una nota pergeñada en tinta verde: «Por haber distraído a sus compañeros durante la lección» —pruebas documentales, fehacientes, del niño pintoresco y falaz que habías sido y en el que no se reconocía el adulto de hoy, suspendido como estabas en un presente incierto, exento de pasado como de futuro, con la desolada e íntima certeza de saber que habías vuelto no porque las cosas hubieran cambiado y tu expatriación hubiese tenido un sentido, sino porque habías agotado poco a poco tus reservas de espera y, sencillamente, tenías miedo a morir. Así reflexionabas a tus solas mientras la tarde dilapidaba su esplendor en un fastuoso despliegue de fuegos de artificio y la luz desertaba paulatinamente de los claros del bosque que se extendía a tus pies, antes de decidirte, por fin, a beber un sorbo helado de Fefiñanes, encender perezosamente un cigarrillo, cruzar la galería estremecida por el coro del Benedictus y buscar entre los estantes de la maciza biblioteca el álbum de retratos que tal vez te permitiera recobrar la perdida clave de tu niñez y tu juventud. De nuevo podías volver al jardín y acomodarte con aquél en la mesa de mármol, aspirando el aroma antiguo y mohoso de sus páginas; observar con aplacado sosiego el paisaje insomne, el cielo y mar maleables, el sol enrojecido y moribundo: inmovilizados en fotos desvaídas y amarillentas los espectros familiares posaban una y otra vez para ti, como en concertadas y tediosas repeticiones de una escena fallida y tu breve y ya lejana historia renacía con ellos, eslabón de una ininterrumpida cadena de mediocridad y conformismo —aventura y rapiña antes—, fruto inconsciente y culpable de sus vidas taciturnas y ociosas, de su existencia menguada, calamitosa e inútil."

Juan Goytisolo, Señas de Identidad.

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